“Muchos santos han pasado por Montserrat, desde san Ignacio a san Juan Pablo II. Y así como de tantos de estos hijos e hijas de Dios hay un recuerdo en el camino de San Miguel, era importante poder acoger un relieve para testimoniar el paso de san Josemaría y del beato Álvaro, como peregrinos de la Moreneta que sirvan de ejemplo para tantos seguidores suyos que, a partir de hoy, lo verán y lo visitarán, para presentarlos también de otra manera: como discípulos de Jesucristo que crearon un carisma válido para el crecimiento espiritual del Pueblo de Dios”. Son palabras del abad de Montserrat P. Manel Gasch, en la homilía de la misa conventual celebrada en la basílica de Montserrat, poco antes de la inauguración del alto relieve que representa a san Josemaría y al beato Álvaro.
Más de medio millar de personas de todos los rincones de Cataluña, muchas de ellas fieles de la prelatura del Opus Dei y amigos, llenaron la nave de la basílica. En el presbiterio, cuarenta sacerdotes: monjes de Montserrat, el vicario y sacerdotes de la Prelatura, concelebraron con el Padre Abad la Eucaristía. El acto fue organizado por la Asociación de Cooperadores del Opus Dei en Cataluña.
La amistad de san Josemaría y el beato Álvaro con la comunidad benedictina
La amistad de san Josemaría con la Comunidad de Montserrat, explicó el P. Manel Gasch, “se inició en los años de la Guerra Civil, con la comunidad de monjes exiliada en Navarra, y que personalizaron nuestros hermanos el P. Abad Gusi, y muy especialmente el P. Abad Aureli M. Escarré, con quien san Josemaría se relacionó fraternal y amigablemente durante toda su vida. Tenemos la suerte de tener al alcance de todos, la correspondencia entre ambos y una narración muy cuidada de esta relación. En Montserrat san Josemaría pudo vivir la devoción a María Santísima que ya había marcado su vida, desde el ofrecimiento de niño en Torreciudad hasta su muerte, y que él quiso dejar a la Obra. «A Jesús se va y se “vuelve” por María»”.
Y en cuanto al beato Álvaro, la relación con Montserrat fue posterior a la Guerra Civil, porque “durante los primeros años cuarenta, el beato Álvaro también fue acogido en Montserrat. Pasó allí una o dos Semanas Santas. Además de esa devoción mariana también pudo vivir y compartir nuestra tradición litúrgica, lo que después recordó durante toda su vida”.
Hablando de las lecturas del día, primer sábado de Cuaresma, el abad de Montserrat hizo hincapié en su homilía en que, “en este camino de radicalidad nos ayudan los testimonios privilegiados que veneramos y que la Iglesia proclama como santos. Entre ellos, san Josemaría Escrivá de Balaguer que, con sus obras apostólicas marcó la vida de tanta gente y enriquece la comunión de los santos; y el beato Álvaro que le siguió en su misión. La mayoría de vosotros conocéis mucho mejor que yo el carisma de san Josemaría y no pretendo ser yo quien os diga nada sobre sus enseñanzas, pero en las lecturas de hoy, tanto el autor del Deuteronomio como Jesucristo en el Evangelio, invitan a todos a la santidad, a la radicalidad del Evangelio”.
“San Josemaría asumió esta idea y le dedicó la vida: invitar a los cristianos a seguir a Jesucristo y su Evangelio. La asamblea de hoy, esta celebración es una muestra de que la huella que él dejó, de ser discípulo, arraigó profundamente en nuestra tierra catalana como lo hizo en todo el mundo. Jesucristo ha venido a nosotros para explicarnos humanamente quién es este Dios bondadoso, este Dios que perdona, este Dios humilde que no se impone, que deja a cada uno de nosotros la decisión final, por eso nuestra libertad es tan importante”.
El abad de Montserrat concluyó la homilía con estas palabras: “espero que hoy demos todavía otro paso en la amistad de nuestras instituciones, especialmente con esta parte de la Obra que peregrina en Cataluña, llamados todos a ser testigos de la fe en Dios, el Evangelio de Jesucristo y el amor a la Madre de Dios”.
Canto del Virolai, interpretado por la escolanía de Montserrat
Al terminar la Eucaristía con el canto del Virolai, el vicario del Opus Dei para Cataluña y Andorra, Mn. Ignasi Pujol, agradeció a la comunidad benedictina de Montserrat la acogida "y el cariño que la Obra recibe y siente por parte de la Abadía de Montserrat". Tras recordar las visitas del beato Álvaro y de san Josemaría en los años cuarenta, así como la gran amistad del fundador del Opus Dei con el Abad Aureli Maria Escarré, evocó un hecho extraordinario en la vida de san Josemaría: “en el año 1954, en la fiesta de la Virgen de Montserrat, san Josemaría fue curado de la diabetes, después de un ataque fortísimo en el que estuvo a punto de morir. Así pues, desde aquellos convulsos años cuarenta en Barcelona hasta ahora, la Obra ha estado siempre al abrigo de su manto azul. La Abadía, durante ochenta y tres años ha sido canal de gracia, mediante el cual ha llegado la maternal ayuda de la Reina del Cielo al Opus Dei”.
A continuación, se procedió a la bendición e inauguración del alto relieve en recuerdo de la amistad de san Josemaría y el beato Álvaro, en el camino de San Miguel. La obra, en bronce, ha sido realizada por la escultora Rebeca Muñoz quien ya ha dio vida a otras esculturas dedicadas al santo como la que se encuentra en Sant Julià de Lòria, en Andorra, pero ésta es la primera que hace del beato Álvaro. A los pies del alto relieve, una faja de bronce contiene un punto de Camino, el clásico de espiritualidad del fundador del Opus Dei: «A Jesús siempre se va y se “vuelve” por María».