Recientemente, publicamos en la página web del Opus Dei una "Vida de María". Ahora, esos textos se han editado en forma de libro. Publicamos a continuación la introducción con que el autor, José Antonio Loarte, abre la versión en papel de la "Vida de María".
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Escribir una vida de María es empresa ardua. En primer lugar, porque el Evangelio ofrece pocos datos sobre la Madre de Dios y Madre nuestra, aunque sean suficientes para maravillarse ante la santidad de la Virgen y alimentar una devoción filial hacia Ella.
Además, existen libros que, utilizando los recursos exegéticos, históricos y literarios disponibles en su época, se han ocupado de esta tarea. Baste recordar, a modo de ejemplos, la Vida de María, la Madre de Jesús, de Franz M. Willam, publicada en alemán en 1935 (edición castellana en 1955); o La vida de la Virgen María, de Gabriel M. Roschini, que vio la luz en italiano en 1945 (edición castellana en 1948).
Sin embargo, y a pesar de sus méritos innegables, una y otra son poco actuales, especialmente en algunos capítulos. Esto es debido a que, a partir del Concilio Vaticano II, los estudios bíblicos han enriquecido notablemente nuestro conocimiento de la Virgen de Nazaret, poniendo de relieve al mismo tiempo el especialísimo lugar que ocupa en la historia de la salvación.
En tiempos anteriores al Concilio, la mayoría de los tratados de mariología (rama de la teología dogmática que estudia la persona y el papel de María en el plan divino de salvación) afrontaban la figura de la Virgen desde un conjunto de principios teológicos tomados de la cristología o de la eclesiología, según las diversas escuelas. Al discurso le faltaba, sin embargo, apoyo en la Escritura y en la tradición patrística, y no era fácil integrar la componente devocional, tan arraigada por otra parte en el pueblo cristiano.
El capítulo VIII de la constitución dogmática Lumen gentium —dedicado a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia— fue consciente de estos problemas y trató de poner remedio. Anclando la mariología a sus fuentes primeras y presentando a María en el contexto de la historia de la salvación y del misterio de la Iglesia, el Concilio consiguió una renovación de esta parte de la teología en continuidad con la gran tradición de la Iglesia.
Este documento magisterial tuvo la virtud de suscitar en numerosos teólogos el deseo de profundizar en los datos de la revelación (Escritura y Tradición) sobre la Santísima Virgen. Es justo recordar aquí a personas de la talla de René Laurentin, Jean Galot o Ignace de la Potterie, a los que han seguido luego una pléyade de mariólogos que han contribuido a renovar profundamente las fuentes de nuestro conocimiento sobre la vida y misión de la Madre de Dios y Madre nuestra.
Muchas de estas aportaciones han sido asumidas por el magisterio ordinario de la Iglesia: Pío XII, Pablo VI, Benedicto XVI y, especialmente, Juan Pablo II, que desarrolló durante varios años un ciclo de catequesis semanales sobre la Virgen. Con todos hemos contraído los católicos una especial deuda de gratitud, pues han hecho posible que la figura de María reluzca con luz más intensa en el firmamento de la Iglesia, dando a la devoción mariana un sólido fundamento teológico.
Sin embargo, con frecuencia, estas aportaciones no han llegado al gran público; han quedado confinadas en los tratados de mariología o en libros accesibles sólo a especialistas en la materia. Ésta es la razón que me movió a escribir los presentes episodios de la vida de María.
Estas páginas, pues, no tienen la pretensión de ser una narración histórica de la andadura terrena de la Madre de Jesús. Se trata más bien de textos redactados a vuelapluma, con lenguaje accesible a todos, pero anclados en los logros de la mariología contemporánea.
Cada episodio se completa con anexos en los que el lector puede ahondar en la doctrina expuesta. He acudido, para eso, no sólo al Magisterio de la Iglesia, sino también a las obras de los Santos Padres y a los escritos de santos y autores espirituales de diversas épocas; al final del libro, el lector puede encontrar un breve resumen biográfico de cada uno. Con especial frecuencia me he servido de textos de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, maestro de espiritualidad, de quien aprendí a profundizar en una recia y filial devoción mariana, ya aprendida en el hogar de mis padres.
También he recogido textos de la poesía religiosa en lengua castellana, desde sus orígenes hasta la época actual, que es rica en temas marianos. Estoy firmemente convencido de que estos escritos, al expresar en lenguaje poético la fe del pueblo de Dios unido a sus pastores, constituyen un lugar teológico de no pequeña importancia. En este punto me reconozco especialmente deudor de Laurentino María Herrán, el ilustre mariólogo español fallecido en el año 2005, cuyas monumentales obras Mariología poética española (BAC 1988) y San José en los poetas españoles (BAC 2001) me han permitido acceder a un gran acervo de fuentes literarias.
Mi deseo es que estas páginas sirvan al lector para maravillarse aún más de las riquezas sobrenaturales que la Trinidad ha derramado en la Virgen Santísima y para que la devoción mariana, firmemente arraigada en la Escritura y en el Magisterio, sea más jugosa y cale más profundamente en su vida.