Cuando por casualidad encontré una estampa de Isidoro le recé y me empecé a encontrar a ese chico en todos lados. Nos intercambiamos teléfonos y email. En ese punto me planté frente a la estampa y le dije: “Isidoro Isidoro, me conoces, no quiero tener mil relaciones, me gustan las cosas claras; si éste es el hombre perfecto para mí, pon las cosas fáciles para poder estar con él; si no, búscame uno como tú y esperaré”. Mientras crecía la amistad con este chico hablábamos de todo, también de los proyectos sobre el matrimonio y la familia, y me encantó.
Ahora tengo 25 años y me caso este verano con él; estamos muy contentos. Cuando al cabo de unos meses le conté el favor que Isidoro me había hecho se emocionó: las iniciales de ambos coinciden y siempre bromeamos sobre ello. Ahora le rezamos todos los días y se ha convertido en un miembro más de nuestras familias.
M.R. (correo electrónico)
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