Haití: una gota de solidaridad en un mar de necesidades

Un grupo de estudiantes de la residencia North Hall (República de Trinidad y Tobago) viajó a Haití para colaborar en las tareas de reconstrucción de dos colegios afectados por el terremoto del pasado enero.

En cuanto conocimos el desastre que el terremoto había provocado en Haití nos preguntamos qué podíamos hacer. Enseguida, nos dedicamos a la tarea más urgente: recoger comida.

Durante varias semanas, junto con algunos de los amigos que frecuentan las actividades de formación cristiana en North Hall, recorrimos varios supermercados cercanos al Centro para pedir a los clientes que diesen algo para llevar a la otra isla. Nos sorprendió la generosidad con la que respondieron.

Días más tarde, Egwin que se traslada con frecuencia a Haití por motivos de trabajo, nos dio una primera descripción de lo que ocurría en Puerto Príncipe. Él mismo nos sugirió que organizásemos una actividad solidaria con compañeros de la Universidad. Para ello, nos ayudarían dos amigos suyos haitianos: Arneaud y Giscard.

No faltaron los obstáculos: en primer lugar, necesitábamos elaborar un proyecto factible, por no hablar de la recaudación de dinero para realizar el viaje. Acudimos con nuestra idea a diferentes organizaciones: Red Cross International, Habitat International, Feel y otras.

Por fin, entramos en contacto con las religiosas de San José de Cluny, que gestionan dos colegios en la capital de Haití: Santa Rosa de Lima y Santa Rosalía. Algunos de los edificios aguantaban, pero otros habían quedado reducidos a escombros. En cuanto les ofrecimos ayuda, la aceptaron con mucha alegría: nuestro plan se iba haciendo realidad.

Y así, el pasado 31 de julio volamos a Haití con un buen cargamento de medicinas, comida y nuestras tiendas de campaña.

Ya sólo la vista de Puerto Príncipe desde el avión era impresionante: la ruina y la destrucción lo llenaban todo casi medio año después del terremoto. Si aquello era así, resultaba imposible imaginar lo duro que tuvo que ser el día después de la tragedia…

Haití nos recibió la primera noche con una tormenta tan fuerte que pronto nuestras tiendas se inundaron de agua. Pero dejadme que os presente al equipo formado por jóvenes universitarios que acuden regularmente a North Hall, un centro del Opus Dei en Trinidad y Tobago: Kwesi, graduado en Ingeniería Química por The University of The West Indies; Mikhail, que está terminando Economía agropecuaria; Niko, estudiante de Master en la misma especialidad en la UWI; Jerome, estudiante de Ingeniería Civil; y yo, profesor universitario de arte.

Cada mañana comenzábamos la jornada con la Santa Misa y un rato de oración. Luego, desayuno y al trabajo. Nuestra primera tarea fue desmontar las tiendas de campaña que UNICEF había instalado como salones de clase provisionales y que ya no hacían falta.

También medimos, gracias a los instrumentos que trajo Jerome, la parcela en la que se encuentra el orfanato y tomamos muestras de los materiales que se habían derrumbado para preparar la reconstrucción de los edificios. El objetivo de este trabajo es que la futura sede sea capaz de aguantar posibles temblores. Antes de marcharnos, pudimos también pintar numerosas habitaciones que estaban en condiciones de ser utilizadas.

Además, gracias a un profesor de arte haitiano, organizamos un taller de pintura con los estudiantes de la escuela. Seleccionamos los 100 trabajos mejores y los hemos traído a Trinidad para organizar una muestra en una galería de arte y vender las obras. El dinero que obtengamos irá a las religiosas que gestionan los colegios en Puerto Príncipe.

Pero, además de esta muestra y las demás iniciativas, esperamos haber colaborado también con nuestra oración, ya que entre trabajo y trabajo, hacíamos un rato de lectura espiritual, unos minutos de oración y por la noche rezábamos el Rosario a la Virgen.

Hemos vuelto a casa cansados, sí, y sabiendo que nuestra ayuda ha sido sólo una gota en un mar de necesidades, pero en el viaje de regreso, todos sonreímos al leer unas palabras de san Josemaría que nos han animado a seguir trabajando por Haití: “Yo la solidaridad –decía el santo-la mido por obras de servicio, y conozco miles de casos de estudiantes, que han renunciado a construirse su pequeño mundo privado, dándose a los demás mediante un trabajo profesional, que procuran hacer con perfección humana, en obras de enseñanza, de asistencia, sociales, etc., con un espíritu siempre joven y lleno de alegría”.

Erik Feely

North Hall

northhall@gmail.com