10 frases de san Josemaría sobre el amor a los pobres

El Papa Francisco ha convocado la Jornada Mundial de los Pobres. Junto a su mensaje compartimos diez textos del fundador del Opus Dei sobre la pobreza.

“Jesucristo se hizo pobre por vosotros”. Mensaje para la VI Jornada Mundial de los Pobres, “una oportunidad de gracia, para hacer un examen de conciencia personal y comunitario, y preguntarnos si la pobreza de Jesucristo es nuestra fiel compañera de vida”.


Frases de san Josemaría sobre el amor a los pobres

1. Por “el sendero del justo descontento”, se han ido y se están yendo las masas. Duele..., pero ¡cuántos resentidos hemos fabricado, entre los que están espiritual o materialmente necesitados! —Hace falta volver a meter a Cristo entre los pobres y entre los humildes: precisamente entre ellos es donde más a gusto se encuentra. Surco, 228

2. Los pobres —decía aquel amigo nuestro— son mi mejor libro espiritual y el motivo principal para mis oraciones. Me duelen ellos, y Cristo me duele con ellos. Y, porque me duele, comprendo que le amo y que les amo. Surco, 827

3. Servir y dar formación a los niños; atender con cariño a los enfermos. Para hacerse entender de las almas sencillas, hay que humillar la inteligencia; para comprender a los pobres enfermos, hay que humillar el corazón. Y así, de rodillas el entendimiento y la carne, es fácil llegar a Jesús, por el camino seguro de la miseria humana, de la miseria propia, que lleva a anonadarse, para dejar a Dios que construya sobre nuestra nada. Forja, 600

4. Un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo. Los cristianos —conservando siempre la más amplia libertad a la hora de estudiar y de llevar a la práctica las diversas soluciones y, por tanto, con un lógico pluralismo—, han de coincidir en el idéntico afán de servir a la humanidad. De otro modo, su cristianismo no será la Palabra y la Vida de Jesús: será un disfraz, un engaño de cara a Dios y de cara a los hombres. Es Cristo que pasa, 167

5. No es lícito encerrarse en una religiosidad cómoda, olvidando las necesidades de los otros. El que desea ser justo a los ojos de Dios se esfuerza también en hacer que la justicia se realice de hecho entre los hombres. Y no sólo por el buen motivo de que no sea injuriado el nombre de Dios, sino porque ser cristiano significa recoger todas las instancias nobles que hay en lo humano. Parafraseando un conocido texto del apóstol San Juan, se puede decir que quien afirma que es justo con Dios pero no es justo con los demás hombres, miente: y la verdad no habita en él. Es Cristo que pasa, 52

6. Se comprende muy bien la impaciencia, la angustia, los deseos inquietos de quienes, con un alma naturalmente cristiana, no se resignan ante la injusticia personal y social que puede crear el corazón humano. Tantos siglos de convivencia entre los hombres y, todavía, tanto odio, tanta destrucción, tanto fanatismo acumulado en ojos que no quieren ver y en corazones que no quieren amar.

Los bienes de la tierra, repartidos entre unos pocos; los bienes de la cultura, encerrados en cenáculos. Y, fuera, hambre de pan y de sabiduría, vidas humanas que son santas, porque vienen de Dios, tratadas como simples cosas, como números de una estadística. Comprendo y comparto esa impaciencia, que me impulsa a mirar a Cristo, que continúa invitándonos a que pongamos en práctica ese mandamiento nuevo del amor. Es Cristo que pasa, 111

7. Todas las situaciones por las que atraviesa nuestra vida nos traen un mensaje divino, nos piden una respuesta de amor, de entrega a los demás. (...) Hay que reconocer a Cristo, que nos sale al encuentro, en nuestros hermanos los hombres. Ninguna vida humana es una vida aislada, sino que se entrelaza con otras vidas. Ninguna persona es un verso suelto, sino que formamos todos parte de un mismo poema divino, que Dios escribe con el concurso de nuestra libertad. Es Cristo que pasa, 111

8. Vivir pensando en los demás, usar de las cosas de tal manera que haya algo que ofrecer a los otros: todo eso son dimensiones de la pobreza, que garantizan el desprendimiento efectivo. Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 111

9. Se anuncia el Evangelio a los pobres (Mt 11, 5), leemos en la Escritura, precisamente como uno de los signos que dan a conocer la llegada del Reino de Dios. Quien no ame y viva la virtud de la pobreza no tiene el espíritu de Cristo. Y esto es válido para todos: tanto para el anacoreta que se retira al desierto, como para el cristiano corriente que vive en medio de la sociedad humana, usando de los recursos de este mundo o careciendo de muchos de ellos. Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 110

10. Haciéndome eco de una expresión del profeta Isaías —discite benefacere (1, 17)—, me gusta decir que hay que aprender a vivir toda virtud, y quizá muy especialmente la pobreza. Hay que aprender a vivirla, para que no quede reducida a un ideal sobre el que se puede escribir mucho, pero que nadie realiza seriamente. Hay que hacer ver que la pobreza es invitación que el Señor dirige a cada cristiano, y que es —por tanto— llamada concreta que debe informar toda la vida de la humanidad. Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 110