Actitud ante la Segunda República y la insurrección militar
10. ¿Confiaba en una solución por la vía de la fuerza? ¿Era partidario de la violencia?
No era partidario de la violencia: “la violencia no me parece apta ni para vencer, ni para convencer”, recordaba (cfr. RODRÍGUEZ PEDRAZUELA, A. , Un mar sin orillas , Rialp, Madrid 1999, p. 65). Y procuró siempre que las personas a las que acompañaba espiritualmente sembraran a su alrededor la paz y la concordia. Sin embargo, no todas siguieron sus consejos.
En agosto de 1932 encerraron en la Cárcel Modelo a tres estudiantes universitarios conocidos de San Josemaría que habían participado en un golpe militar de carácter monárquico en contra de la República. Eran Adolfo Gómez Ruiz, José Antonio Palacios López y José Manuel Doménech de Ibarra, que había acompañado al Fundador a hacer visitas a los enfermos desahuciados del Hospital General.
A pesar de que en aquel ambiente la figura de un sacerdote no era siempre bien recibida, San Josemaría fue a atenderles espiritualmente a la prisión; e incluso en aquella situación les siguió pidiendo que se esforzaran por convivir, comprender y disculpar a todos. Como de costumbre, no formuló en ningún momento juicios de carácter temporal, partidista o político. Sabía que su misión como sacerdote consistía en tener los brazos abiertos a todos para acercarlos a Dios.
Estaban en la cárcel, encarcelados junto a estos tres estudiantes, varios anarquistas, y San Josemaría les pidió que trataran a aquellos hombres con respeto y comprensión. Le contaron que a veces jugaban al fútbol con ellos en el patio de la cárcel, lógicamente en equipos contrarios. Al escuchar aquello, San Josemaría les habló de otra lógica : la de la caridad; y les aconsejó que jugaran mezclados —cosa que hicieron— para favorecer el respeto, el perdón y el entendimiento mutuo, algo que sorprendentemente lograron.
Relataba José Antonio Palacios:
“Organizamos partidos de fútbol mezclados unos con otros. Recuerdo que yo jugaba de portero y mis defensas eran dos anarcosindicalistas. Jamás jugué al fútbol con más elegancia y menos violencia” (VÁZQUEZ DE PRADA, A., El Fundador del Opus Dei. Vida de Josemaría Escrivá de Balaguer, Vol. I: ¡Señor, que vea!, Rialp, Madrid 1997, p. 484).
Don Josemaría Escrivá seguía con fidelidad de Pío XI, que en la encíclica Dilectissima nobis (3-VI-1933) había afirmado de los católicos españoles: “con el Episcopado estaba de acuerdo no solamente el clero tanto secular como regular, sino también los católicos seglares, o sea, la gran mayoría del pueblo español; el cual, no obstante las opiniones personales, no obstante las provocaciones y vejámenes de los enemigos de la Iglesia, ha estado lejos de actos de violencia y represalia, manteniéndose en la tranquila sujeción al poder constituido, sin dar lugar a desórdenes, y mucho menos a guerras civiles.”
No existe un solo documento del magisterio de los Papas que justifique la insurrección contra un gobierno legalmente constituido.
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