Evangelio del domingo: los horizontes de Dios
Comentario al Evangelio del 24° domingo del tiempo ordinario (Ciclo B). “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Cuando cuidamos la oración y el diálogo habitual con el Señor, nuestras pupilas se dilatan y el enfoque de nuestros planteamientos se engrandece, nuestra comprensión de las cosas adquiere nuevas perspectivas y sabemos vislumbrar horizontes insospechados: los horizontes de Dios.
30 de noviembre: san Andrés, apóstol
Comentario al Evangelio de la fiesta de san Andrés Apóstol. “Ellos, al momento, dejaron las redes y le siguieron”. La vida de san Andrés no fue como él la esperaba, como él la preveía: fue mucho más feliz. Eso mismo podría sucedernos a nosotros, si nos decidimos a seguir al Señor hasta el fondo, sin querer controlarlo todo y sin decidir nosotros el final.
Evangelio del jueves: visión sobrenatural o la tercera dimensión
Comentario del jueves de la 6.ª semana del tiempo ordinario. “¡Apártate de mí, Satanás!, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres”. Cuando cuidamos la oración y el diálogo habitual con el Señor, adquirimos la visión sobrenatural: nuestras pupilas se dilatan y el enfoque de nuestra vida se engrandece.
Evangelio del viernes: la Cruz como camino de felicidad
Comentario del viernes de la 18.ª semana de tiempo ordinario. “El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará”. El fin de todo ser humano es alcanzar la felicidad. Pero no se consigue la felicidad cuando se busca siempre lo más cómodo y apetecible, sino cuando se ama decididamente, aunque el amor comporte sacrificio.
Evangelio del lunes: el remedio es mirar a Cristo
Comentario del lunes de la 19.ª semana del tiempo ordinario. “El primer pez que pique sujétalo, ábrele la boca y encontrarás un estáter; lo tomas y lo das por mí y por ti”. Ante las dificultades, dolores o sufrimientos, el remedio es siempre mirar a Cristo.
Evangelio del miércoles: el suave yugo del amor
Comentario del miércoles de la 2.ª semana de Adviento. “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré”. Jesús nos invita a compartir su cruz, que no es otra cosa que su amor incondicional y total por cada uno de nosotros.