San Josemaría animaba a contemplar la vida de Jesús “como en una película”. Sin muchos libros ni demasiadas palabras, sino echando a volar la imaginación: mirar el taller en el que trabajó junto a José, oír su voz en el monte de las bienaventuranzas, tocar junto a Tomás su costado abierto... En definitiva, procurar adentrarnos en sus pensamientos y en los de la gente que estuvo a su lado.