Opus Dei

El 20 de mayo de 1985 fallecía en Pamplona el doctor Eduardo Ortiz de Landázuri. Él, que había dedicado todas sus energías, capacidad intelectual y entraña humana a los enfermos, pasó de médico a paciente al final de su vida con la mayor naturalidad, convencido de que “el Señor acampa siempre junto al enfermo”. Fruto de ese trato profesional y cercano, es la carta que un paciente ocasional le escribió y que fue publicada en diversos periódicos de la época.

Soy un médico neurólogo que, por diversos motivos, hacía ocho años que no ejercía, y con 45 años era difícil la reinserción laboral.

Fui alumno de Eduardo Ortiz de Landázuri y ahora la pido su ayuda.

Fui alumno de don Eduardo. Me ha costado siempre creer en las intercesiones milagrosas, pero en dos ocasiones acudí a él para que intercediera y rezara conmigo.

Guadalupe, hija de Eduardo Ortiz de Landázuri y Laurita Busca, recuerda algunas anécdotas de su familia que ayudan a reconocer el deseo de santidad que tenían sus padres.

Mi hijo no figuraba entre los admitidos para acceder a la carrera de Medicina, a pesar de sus esfuerzos por sacar una buena nota.

Hablé con una amiga farmacéutica, empleada en una farmacia. Me dijo muy apenada que, su marido de profesión informático, había sido enviado al paro por una empresa informática grande, donde él trabajaba. Ella no es creyente. Se lo encomendé a Laurita Busca.

Escribo para decirles que Laurita, la mujer de Eduardo Ortiz de Landázuri me ha obtenido un favor extraordinario.

Una de las hijas del matrimonio Ortiz de Landázuri cuenta varios favores que ha obtenido tras acudir a la intercesión de su madre, Laurita.

Hace unas semanas llegó a mis manos una estampa de Laurita. Yo no la conocía pero sí a su marido de oírlo en la Clínica Universidad de Navarra donde ejerció como médico. Soy ginecóloga y tenía a mi secretaria embarazada.