El sábado 28 de junio, la Catedral Metropolitana de San José se llenó de fieles para celebrar la santa Misa en memoria de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, en el 50º aniversario de su tránsito al cielo. Presidida por el Nuncio Apostólico, Mons. Mark Gerard Miles, la Eucaristía fue una ocasión de encuentro, fe y profundo agradecimiento.
Desde muy temprano, personas de distintos rincones del país comenzaron su camino hacia la capital. Algunos, como Freisser, guardia de seguridad en San Isidro del General, emprendieron un viaje de más de cuatro horas para participar por primera vez en esta celebración. “Valió la pena cada minuto. Esta Misa me llenó de paz”, comentó al regresar a casa entrada la noche.

La homilía de Mons. Miles fue sencilla y llena de afecto. Destacó la estima que los Papas han tenido por el Opus Dei, la centralidad del trabajo en el mensaje de san Josemaría y su propia experiencia cercana con la Obra durante sus años de servicio en Ecuador. Recordó con cariño iniciativas sociales impulsadas por fieles del Opus Dei, similares a las que se desarrollan en Surí, Costa Rica.
A la Misa asistieron muchas familias jóvenes, estudiantes y profesionales que encuentran en el mensaje de san Josemaría una llamada actual y luminosa. Ángel, estudiante de Microbiología, comentó: “Vivo en una residencia universitaria del Opus Dei. Me impactó ver cuántas personas, especialmente jóvenes, comparten este ideal de buscar a Dios en lo ordinario”.

Ileana, de Curridabat, compartió su emoción por haber sido recientemente nombrada cooperadora. “Hace menos de un año conocí a san Josemaría. Le pedí a Dios estar más cerca de Él y me presentó el camino del Opus Dei. Hoy estoy aquí celebrando su fiesta por primera vez”.
Historias como la de Verónica, estudiante de colegio, o Daniel, alumno del Instituto Tecnológico de Costa Rica, se repitieron durante toda la jornada: jóvenes que descubren el ideal de la santidad en la vida ordinaria y encuentran en san Josemaría una figura cercana y actual. “Me gusta mucho eso de la santidad en lo cotidiano. Siento que también es para gente como yo”, dijo Daniel.

Pero también hubo quienes ya tienen un largo recorrido junto al espíritu del Opus Dei. Ana María, asidua a los medios de formación, expresó cuánto disfruta del ambiente de escucha y recogimiento. Ximena, hija de un supernumerario, compartió cómo la Obra ha estado presente en su vida desde niña. “Trato de asistir cada año a esta Misa. Es como volver al hogar”, dijo con una sonrisa.
La celebración cerró con un ambiente de profunda alegría y unión. El Nuncio Apostólico pidió a Dios que siga bendiciendo al Opus Dei en su misión de llevar a muchas personas, especialmente jóvenes, al encuentro con Cristo. “Mucha gente se está alejando de Dios. El trabajo del Opus Dei es más necesario que nunca”, afirmó.

Para Berny, abogado, asistir a esta Misa era una deuda pendiente. “San Josemaría me ha ayudado tanto, incluso sin pertenecer a la Obra. Venir a esta Misa fue un gesto de agradecimiento”.

Así, entre historias personales, caminos distintos y un mismo ideal, Costa Rica celebró con entusiasmo la vida y el legado de san Josemaría. Una celebración que, para muchos, fue el inicio de un nuevo encuentro con Dios.