Soy Malina, de Malasia. Mi país es un mosaico de culturas y religiones. Sabemos cómo convivir bien entre musulmanes, hindúes y cristianos. Mi familia es un ejemplo de este mix de culturas y creencias. Mi padre es ateo, mi madre se bautizó en la Iglesia Católica cuando tenía ya tres hijos.
Yo decidí bautizarme cuando tenía 16 años. Cuando tenía 13 años algunas amigas me invitaron a participar en un coro en la Iglesia. Las veía comulgar y sentía la necesidad de comulgar también. Ese fue el inicio de mi camino, porque continué mi vida en la Iglesia buscando mi vocación.
Cuando tenía 18 años hice el Servicio Militar Nacional. Fue una experiencia dura para mí, pero al mismo tiempo me ayudó a madurar.
Luego estudié Literatura por dos años, y esto me ayudó a adquirir hábitos de estudio y reflexión. Cuando terminé mis estudios, conocí a un chico que luego fue mi novio. Él fue la primera persona que me habló del Opus Dei y me llevó a conocer un centro en Johor. Siempre quise servir a Dios a través de mi familia. Cuando conocí a las numerarias auxiliares comprendí que esa era la vocación que estaba buscando.