Magda Minguet lleva una vida llena de movimiento. Es profesora de secundaria en la escuela Camp Joliu, periodista en varias publicaciones y madre de cuatro hijos. Su amor por lo creativo y la vida social la define, pero su historia con el Opus Dei comenzó casi por casualidad.

"Yo no sabía nada", recuerda al hablar de sus inicios en la escuela. Al enterarse de la vinculación del colegio con el Opus Dei, surgieron dudas: "¿Me intentarán convencer? ¿Me harán hacer cosas…?" Pero lo que encontró fue todo lo contrario: un ambiente de libertad donde podía participar si quería, o simplemente seguir con su vida.

A lo largo de los años, Magda rompió sus propios prejuicios. "Dicen que en el Opus Dei manipulan a la gente, pero yo no me lo he encontrado", afirma con seguridad. Para ella, el valor más genuino que ha experimentado es el respeto a la individualidad. “En el colegio siempre he tenido total libertad de escoger”, explica.

"Nunca me sentí sola"

Uno de los momentos más difíciles de su vida llegó cuando su marido estuvo en la UCI a causa del COVID-19. Fue entonces cuando sintió el apoyo más sincero: “Nunca me sentí sola”. Mensajes, oraciones silenciosas y hasta macarrones en la puerta de su casa se convirtieron en gestos que la acompañaron en medio de la incertidumbre.

Incluso cuando publicó su libro "Vermuts i Barbuts", una ficción con toques de humor y citas, temió que sus amigas del Opus Dei lo rechazaran. "Pensé: ‘¡Ya verás! No les va a gustar’”, admite. Pero, para su sorpresa, recibió un apoyo cálido e incondicional, que incluyó presencia en las presentaciones y recomendaciones del libro.

Para Magda, el Opus Dei no es una estructura rígida, sino una familia abierta que acompaña sin presionar. Lo dice con humor: “Si después de 20 años no me han pillado, es que no persiguen demasiado”.