Mercedes: “Yo creo que la vocación de numeraria auxiliar consiste en servir para llevar las almas a Dios. Entonces, con lo poco que haces, son felices. Reconfortar el espíritu, también”.
Concha: “Lo que hacemos es hacer hogar. Acoger a la persona para que cuando lleguen se encuentren algo que les haga descansar, disfrutar de lo que tienen, de una casa limpia, ordenada”.
Mercedes: “A mí nadie me planteó nunca ser del Opus Dei. Un día el Señor me dijo: “Oye, ¿qué haces?”. Y me decidí. Pienso que al principio es como el noviazgo. Yo tenía una amiga y me acuerdo que un día quedamos y se le acababa de declarar el novio. Yo iba a hablar con ella de otras cosas, pero ella me habló del novio, de la camisa que le había comprado… Todo el día, todo el rato, todo el rato. Y a mí aquello me caló. Me dije: “Caray, ¿yo quiero así al Señor?”. No sé, yo no sabía si hablaba así del amor de mis amores. Y pensé: “¡Yo tengo que querer así al Señor!”. Cuando llegas al oratorio, es cada vez querer meterte más, ¿no? Puede mucho la Misa, centrar las cosas en la Misa. Ofrecer el trabajo y decir: “Esto es, esto es lo mío”. Y decir: “Pues esto que me cuesta, pues para la Misa”. Esto puede mucho. Luego es verdad que el Señor penetra y te va dando luces. A veces poquitas, otras veces muchas, otras veces una muy grande.
"Cuando ya pertenecía a la Obra me fui a vivir a Madrid. Entonces comprendí cuánto quería a mi familia de sangre y sentí unos vínculos muy fuertes. Esos vínculos no se han roto"
Cuando ya pertenecía a la Obra me fui a vivir a Madrid. Entonces comprendí cuánto quería a mi familia de sangre y sentí unos vínculos muy fuertes. Esos vínculos no se han roto. Yo soy del Opus Dei y tengo a mis hermanos. Ahora mis hermanos me necesitan, porque fueron cayendo enfermos. Primero uno, después otro y después otro. Fue paulatinamente. Mis padres murieron cuando yo tenía 30 años y nos encontramos con un panorama que no esperábamos”.
Concha: “Tienen una paraplejia espástica, de espasmos. Y entonces se van quedando paralíticos poco a poco. Por ejemplo, mi hermano José María no habla ya. Así hemos tenido cuatro. Y quiero decir que siempre, siempre he tenido el apoyo de la gente…”.
Mercedes: “...para poder tener el tiempo necesario para ayudarles. Nunca me han impedido ir a un médico con ellos o arreglar unos papeles en la Seguridad Social”.
Concha: “Yo también estoy jubilada. Mi vida ahora mismo no tiene la exigencia, a lo mejor, que tenía cuando estábamos a pleno rendimiento. Y lo mismo estoy en el planchero, que me voy a ayudar a la cocina. Lo que no estoy es quieta. Por otra parte, también como ella, me dedico a la formación de otras personas. Voy un día a Gandía y otro día voy a Alzira. Por ejemplo, tengo una amiga que no cree. Coincidimos en muchísimas cosas. A mí me gusta mucho el arte y a ella le encanta la pintura también. Pues, cuando coincidimos, lo que hacemos es eso: ella me conoce a mí, yo la conozco a ella, hay cosas que no tocamos porque si no nos enzarzamos y pasamos a los temas que nos unen. O sea, que el cariño está por encima”.
Mercedes: “Yo pienso que todo trabajo es un servicio. Incluso el de un cómico. Pues fíjate tú, lo nuestro no es mucho más servicio que ese. O el de un médico. Mis hermanos tienen dos empleadas allí ayudándoles y yo les agradezco muchísimo el trabajo que ellas hacen. Son sus manos. Su lengua a veces. Los trabajos de servicio, el del hogar, para mí es uno de los mejores, porque donde la persona se hace es en la casa”.