Una pregunta que te persigue es el por qué. ¿Por qué tomé esa decisión? ¿Por qué me equivoqué? ¿Por qué he fallado? Y creo que eso es un error, ¿no? Soy la segunda de siete hermanos. Mis padres no son de la Obra, pero sí que creían mucho en la formación espiritual que se les daba. Entonces a todos nos animaban a ir al club, a recibir formación y luego también hacer alguna actividad para tener ahí un grupete de amigos.

Yo así fue como conocí la Obra y en 2009 decidí pedir la admisión como numeraria auxiliar. Fueron pasando los años, me fui a vivir al centro de estudios, luego me quedé allí viviendo un año más. Hasta que mi cuerpo empezó a hablar y con mucho cariño, con mucha delicadeza, lo transmití y se me fue acompañando hasta que me decidí a tomar una decisión que me costaba mucho, porque yo adoro la vocación de numeraria auxiliar.

Se me acompañó. Fue un proceso duro. Me volví a centrar en qué es lo que el Señor quería para mí en ese momento, cuando me decidí a contárselo a mis padres. Quedé en un momento dado con mi madre y, cuando le trasladé que estaba teniendo muchas dudas, me dijo: “Inma, en tiempos de oscuridad, no hagas mudanza”. Entonces me animó a que descansara ese verano y a que, cuando yo estuviese decidida, pues ellos me acompañaban y adelante con lo que yo hubiese decidido.

Después del verano me iba de Erasmus a Irlanda un poco para tomar distancia de las dos familias, de la del Opus Dei y de la de mi casa, para que, sin tantos ojos que me conocían, intentara ver, desde una perspectiva más objetiva, mi vida, quién era yo, y escuchar qué es lo que Dios quería para mí en ese momento.

El Señor hace muy bien las cosas. Me puso a gente en el camino en Irlanda, que fue de muchísima ayuda, que me trataron súper bien y supieron acompañarme en esa decisión, entendiendo que yo estaba allí de paso y que además mi fin era volver a mi casa, donde estaban mis padres. Para mí fue una lección. Por eso, cuando explico que el Opus Dei está formado por personas, generalmente son personas muy buenas.

"Una pregunta que te persigue es el por qué. ¿Por qué tomé esa decisión? ¿Por qué me equivoqué? ¿Por qué he fallado?"

Cuando eres consciente de lo que tú vales solo por el hecho de ser, eres muy libre a la hora de tomar decisiones. Somos cuerpo, alma y mente. Con toda esa ayuda que recibí tanto de mi familia de sangre como de mi familia de la Obra, supe entender las señales que iba mandando mi cuerpo: ese dolor de cabeza, esos dolores de espalda, esas intolerancias que salían de repente a todo… El ir encajando todas las piezas del puzzle para entender que al final lo que me estaba intentando explicar, es que mi vocación no era la que yo estaba viviendo.

Antes decía que yo adoro la vocación de auxiliar, y lo digo en presente, no en pasado, porque la sigo adorando. Creo que su papel es pasar desapercibidas, pero igual no tanto, ¿no? Y toca enaltecer un poco esa figura dentro de la Obra, porque al final, en mi día a día, yo la veo reflejada en mi madre. Es la figura de la madre dentro de las familias. Esa figura de servicio, de estar siempre en ese abandono de, a pesar de estar cansada o haber tenido un mal día, preguntarte un “¿cómo estás, qué necesitas?” Si tienes que ir al médico, pues te acompaña. El estar en esas cosas pequeñas del día a día ocultas, que pueden pasar desapercibidas, pero que al final hacen que una casa sea hogar.

Cuando escucho a amigas, a gente que conoces, que también han formado parte del Opus Dei y escuchas hablar mal, pues yo entiendo ese dolor, pero veo que lo que no han sabido diferenciar es que el Opus Dei no es el que hace daño. El Opus Dei está formado por personas humanas, como yo, que, sin quererlo, que también tienen su historia, pueden meter la pata y hacer daño. Una vez entiendes eso y perdonas, es cuando te das cuenta que el Opus Dei siempre está ahí y siempre va a estarlo.

Mirando atrás, no me arrepiento nada de esos nueve años, porque considero que yo, Inma, soy quien soy, personal, profesional y espiritualmente, gracias a mi familia y también a mi familia del Opus Dei. Y considero que, aunque el Señor me lo pida de otra manera, pues mi sitio está en esta familia que es la Obra. Porque para mí es un camino muy claro de encuentro con el Señor en las cosas cotidianas del día a día.