Abi comparte el proceso que precedió al descubrimiento de su vocación: “Decidir entregar tu vida a cualquier vocación requiere mucha oración, pero al final del día, no se trata de lo que la gente te dice, ni de lo que crees que deberías hacer, sino de algo entre tú y Dios”, asegura. Y añade: “Cuando descubres tu vocación y te entregas completamente a ella, cuando te comprometes de verdad, es cuando eres más feliz, porque para eso fuiste creado. Eso no significa que sea fácil ni que no vaya a dar miedo, pero es ahí donde encontrarás tu alegría”.
Desde pequeña ha sido muy deportista y ha cultivado numerosos hobbies. Esto llenaba su tiempo, pero no su vida: “No tenía una razón para hacer las cosas. La vida se sentía como un simple: ¿qué es lo próximo que quiero hacer?. Así que gastaba mi dinero en espectáculos, musicales, obras de teatro, viajes… Intentaba llenar mi vida con cosas para que pareciera completa, pero en realidad se sentía vacía, sin sentido. Más que estar buscando algo, me preguntaba si había algo más”.
En ese momento decidió mudarse a Sídney y hacer un curso de seis meses en una escuela de hostelería: “Durante esos seis meses, que se convirtieron en dos años, me enamoré de la Obra. Fue increíble porque nunca antes había conocido a numerarias auxiliares. Y lo que más me impactó de ellas fue lo cálidas que eran. Bueno, todos lo eran, pero había algo especial en las numerarias auxiliares. No me conocían, no tenían por qué preocuparse por mí, pero querían conocerme, querían que me sintiera acogida y bienvenida”.
“Decidir entregar tu vida a cualquier vocación requiere mucha oración, pero al final del día, no se trata de lo que la gente te dice, ni de lo que crees que deberías hacer, sino de algo entre tú y Dios”
Abi se planteó entonces si Dios no la llamaba por ese camino. Empezó un camino de discernimiento con la ayuda del acompañamiento espiritual. La animaron a rezar sobre el tema durante dos años: “En esos dos años comprendí realmente lo que era la vocación de numeraria auxiliar. No era solo la diversión que pensé que era al principio, cuando llegué y vi que parecían las más felices y las que más disfrutaban. Me di cuenta de que esa alegría venía del sacrificio, lo cual no es lo que uno espera que te haga feliz, ¿verdad? Pero en realidad sí lo hace, porque el amor es sacrificio, y eres más feliz cuando amas más”.
Este recorrido no estuvo exento de dudas: “Uno de mis mayores miedos era que, en el pasado, había estado persiguiendo cosas toda mi vida. Pensaba: “Si hago surf, seré feliz”. Y era feliz… hasta que dejaba de serlo. “Voy a montar a caballo y seré feliz”. Y era feliz… hasta que dejaba de serlo. Me preguntaba si esto iba a ser lo mismo: “Tal vez haga esto y seré feliz… hasta que deje de serlo”. Durante esos dos años, tuve que madurar mucho y superar ese miedo al compromiso. Porque esta vez era mi vida, estaba entregando mi vida”.
Ahora, después de varios años en el Opus Dei, comenta: “Lo increíble es que, cuanto más vivo esta vida, más me doy cuenta de que en realidad no estoy entregando mi vida, sino que mi vida me está siendo dada cien veces más de lo que yo misma podría haberla llenado con todas esas otras cosas”.