El Opus Dei ha aportado muchas cosas a mi vida. Me ha brindado horizontes distintos, dándole sentido a lo que es la vida, el trabajo y las relaciones con las demás personas. Tuve la oportunidad de vivir 13 años en Europa, en tres países diferentes, donde conocí una gran cantidad de personas con mentalidades y formas de ser muy diversas. Eso me permitió aprender sobre otros modos de vivir y expandir mi perspectiva.
Me considero una persona que aporta ternura. Me gusta mirar a las personas comprendiendo sin juzgar, viendo lo valioso que tiene cada ser humano. Sé que puedo aportar, especialmente a través de la escucha y la aceptación de lo diferente. Vengo de una familia diversa: mi papá es musulmán, mi hermano es evangélico, y esta diversidad me enseñó a respetar a los demás. Todo esto está relacionado con mi vocación, ya que la esencia de ser numeraria auxiliar es crear un hogar, pero no solo en el lugar donde vives o trabajas, sino donde quiera que estés, con cualquiera con quien te relaciones.
El trabajo en la Obra se trata de crear un espacio acogedor, donde las personas se sientan queridas, valoradas y escuchadas. Esto no depende de estar en un centro; es algo que uno lleva consigo. Lo material tiene un propósito: cuidar lo material porque es para las personas. A lo largo de los años, me di cuenta de que el trabajo en la casa, que nosotras llamamos administración, implica muchas capacidades de organización, previsión y orden, y requiere una mentalidad empresarial para planificar tiempos, trabajos y costos.
Mi trabajo tiene una impronta humanizadora. En realidad, estoy haciendo más humano el entorno donde vivo y con las personas con quienes me relaciono. La sociedad hoy en día necesita sentirse valorada, no importa si creen en Dios o no. Las personas enfermas o mayores, por ejemplo, pueden no ser productivas, pero su valor no depende de lo que puedan producir. Cada persona tiene un valor intrínseco que no depende de lo que tiene o lo que hace, sino de lo que es.
“Siempre me sentí libre dentro del Opus Dei, con el campo abierto para hacer las cosas que me gustan. Me encanta caminar, salir, cantar, y actualmente participo en un coro”
Fue una chica del Opus Dei quien me introdujo a la Obra. A pesar de que ahora ella ya no está en la Obra, le tengo un profundo agradecimiento y siempre rezo por ella, porque fue el instrumento que me permitió conocer esta familia espiritual que es el Opus Dei. Para mí, es mi familia y mi modo de ser. La Obra me permite vivir como una familia, una familia que elegí.
Siempre me sentí libre dentro del Opus Dei, con el campo abierto para hacer las cosas que me gustan. Me encanta caminar, salir, cantar, y actualmente participo en un coro. También me gusta hacer yoga y nadar siempre que tengo la oportunidad. La amistad es algo muy importante para mí. Cuando me fui a vivir a Italia, no existía el WhatsApp, y a muchas amigas las mantenía en contacto por carta postal o por correo electrónico, algo que ahora parece muy antiguo.
En Buenos Aires, tengo muchas amigas del colegio con las que seguimos en contacto como si no hubiera pasado el tiempo. A veces decimos que es como si nunca nos hubiéramos separado, aunque la distancia entre nosotras haya sido mucha. Creo que cuando hay cariño y deseo de mantener el vínculo, la distancia no es un obstáculo. Además, la propia elección de vida me ha permitido conocer a más personas y darle un lugar en mi corazón a muchas más.