Guadalupe, la santidad se viste de huellas laicas

Las notables cualidades humanas de Guadalupe Ortiz de Landázuri, la primera persona laica del Opus Dei en llegar a los altares, se expusieron en el encuentro "Una Santa de la puerta de al lado" organizado por la Oficina de Informaciones del Opus Dei en Chile.

Aguerrida, tenaz, enamorada de Dios y de su profesión. Las notables cualidades humanas de Guadalupe encarnan el perfil que se exige a los profesionales del siglo XXI.Si viviese hoy, podría ser candidata a ocupar cualquier cargo profesional de especial relevancia, debido a sus aptitudes intelectuales, pensamiento crítico, capacidad de toma de decisiones, resiliencia, entre otros. Algunos de estos aspectos humanos, junto a su enorme fe surgieron en el encuentro “Una santa de la puerta de al lado”, organizado para comunicadores de Iglesia, en la Oficina de Informaciones del Opus Dei en Chile.

Isabel Larraín, expositora de la jornada.

En la homilía con que inició su pontificado, el Papa emérito Benedicto XVI aseguraba que “estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios […] No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce». Esta es la categoría que alcanzará Guadalupe Ortiz de Landázuri cuando sea beatificada en Madrid, el próximo 18 de mayo.

El Departamento de Comunicaciones de la Prelatura en Chile organizó una mesa redonda para profundizar en la figura de la nueva beata de la Iglesia Católica. Las ponentes fueron la periodista Isabel Larraín y la abogada y canonista Anastassía Assimakópulos.

Guadalupe fue esa amiga de Dios, como dice el Papa Benedicto XVI, que llevó una existencia normal con una fortaleza extraordinaria, “que en su caso se manifiesta en una vida audaz, aguerrida y emprendedora”, destacó Isabel Larraín.

Es una mujer que acomete y saca adelante lo que se propone, con gran fortaleza y buen humor. Esta es una de las grandes características que destacó la periodista: “Toda la gente que da testimonio de ella dice que era amable, que tenía una sonrisa encantadora, una carcajada muy característica que cuando se oía siempre comentaban: ¡se está riendo Guadalupe!”. Además, tenía una gran capacidad de oír y, por eso, mucha gente acudía a pedirle consejo, a buscar consuelo o, simplemente, a solicitar una guía clara. Como consecuencia de estas características tiene muchas amigas que la rodean y buscan, lo que va a dejando una huella muy profunda en su caminar.”

Guadalupe, en el centro, sonriendo, junto a Carmen Escrivá de Balaguer.

“¿Porqué pudo hacer esto?”, preguntó la expositora: “Claramente Dios le dio muchos dones y ella los usó, pero la clave está en quetodo lo que sacó adelante, lo hizo porque era una gran amiga de Dios, profundamente piadosa, con una enorme visión sobrenatural. Cada día de su vida buscó cumplir la voluntad de Dios, a quien pidió ayuda para lograrlo. Ahora está en camino a los altares, porque fue capaz de cumplir el plan divino trazado para ella en los 59 años de vida que Dios le regaló.”

Sus virtudes conforman la esencia de la Iglesia

Dentro de los asistentes, Paula Schmidt, periodista y licenciada en historia, recalca que “en momentos en que la Iglesia necesita luminosidad, fortaleza y guía, la beatificación de la primera laica del Opus Dei cae como anillo al dedo, porque esta española aguerrida, moderna y valiente refleja virtudes que conforman la esencia de la Iglesia y que deben sacarse a relucir: ella acometió grandes proyectos, y a pesar de los desafíos que suponían mantuvo siempre altura de miras”.

Para Paula Schmidt, la beatificación de la primera laica del Opus Dei le cae como anillo al dedo hoy a la Iglesia.

“Con Guadalupe la santidad se acerca al mundo laico”, así lo destaca María Teresa Correa Consejera de la rectoría de la Universidad de los Andes, quien también estuvo presente en este encuentro: “me sirvió para pensar que es una laica santa, pero no mártir. Además, me impresionó oír que actualmente hay cerca de 20 procesos de Siervos de Dios chilenos”.

María Teresa Correa, Consejera del consejo de rectoría de la Universidad de los Andes.

A Soledad Herrera, presidenta de la Fundación Voces Católicas, le conmovió “la capacidad de Guadalupe de acometer en la vida: dedicarse a las tareas del hogar a pesar de que no le gustaban, ir a México a comenzar la labor del Opus Dei, reparar la casa… No me refiero solo a su fortaleza, sino a esa capacidad de decidir, de perseverar, de arremangarse las mangas, ponerse a trabajar y ser tenaz”. Por su parte, para Julio Pozo, director de Areópago Comunicaciones, “lo más iluminador fue conocer el genio femenino de Guadalupe. Sin duda un buen comienzo para que la santidad se vista de huellas laicas”.

Julio Pozo, director de Areópago: “fue iluminador fue conocer el genio femenino de Guadalupe”.

Isabel Larraín recordó una cita de la exhortación «Gaudete et Exsultate» del Papa Francisco sobre el llamado a la santidad, en la cual dice que “en esta constancia para seguir adelante el día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”. Y recalca que Guadalupe fue eso “un reflejo de la presencia de Dios”.

En esta característica coincide Paula Schmidt, quien destaca que Guadalupe “vivió a fondo su vocación, reflejando la presencia de Dios, a través de su amor hacia su trabajo y hacia su comunidad. Guadalupe encarnó las enseñanzas de Cristo a través de su testimonio de vida. Su beatificación es un hito esencial para reflejar lo que ocurre cuando se acomete, se escucha, se persevera y, sobre todo, cuando nunca se pierde la fe”.