Hace nueve años nos trasladamos de ciudad por motivos profesionales y familiares.
Al no ser un buen momento para vender decidimos alquilar la casa en la que vivíamos y alquilar otra en la ciudad de destino. La crisis pasada afectó a todos y, en concreto, a nuestro inquilino, quien nos solicitó una reducción de la renta considerable. Por las circunstancias del momento accedimos manteniendo un buen entendimiento.
Mi marido decidió encomendar tres cuestiones al matrimonio Ortiz de Landázuri
Durante estos años, la casa alquilada nos suponía una carga económica y un bloqueo para comprar otra. A su vez teníamos que alquilar nosotros. Cuando consideramos que ya podríamos vender, hace año y medio, contactamos con el inquilino para que, dentro de esa colaboración que habíamos tenido poniéndonos en su lugar, colaborara en la venta obteniendo un beneficio.
Desde ese día ya no nos cogió el teléfono. Mi marido decidió encomendar tres cuestiones al matrimonio Ortiz de Landázuri: 1) que el inquilino encontrara una buena alternativa (era difícil porque pagaba una renta muy baja), 2) vender la casa bien tanto para el comprador como el vendedor, 3) encontrar la casa ideal para vivir.
A mediados de verano nos llamó el inquilino para decirnos que se iría de la vivienda. El día de su marcha no podríamos estar por lo que acordamos que entregara las llaves a un tercero. En el tiempo que quedaba hasta recuperar la vivienda publicamos un anuncio con fotos antiguas y contactamos con inmobiliarias. Sin ver la casa nos comentaron que la venta no sería fácil. Nos aconsejaban un precio inferior al que publicamos. El precio fijado fue el que estimamos justo, asumiendo ya pérdidas, pero superior al que nos indicaban las inmobiliarias.
"Tú no te preocupes, que Eduardo y Laurita la van a vender"
El viernes 23 de agosto viajamos para recuperar la casa tras ocho años sin verla. Para aprovechar el viaje concertamos cuatro visitas para ver el piso en venta confiando que estuviera en buen estado. Dos el sábado y dos el domingo. El piso se encontraba a 800 km por lo que, si no lo vendíamos en ese fin de semana, se lo daríamos a una inmobiliaria (menos precio y más gastos). El domingo por la tarde volveríamos a nuestro lugar de residencia.
Entre una visita y otra mi marido me insistía muy tranquilo: "Tú no te preocupes, que Eduardo y Laurita la van a vender". Me divertía el comentario esperanzado pero no confiaba en tanta inmediatez. Enseñamos la casa a cuatro matrimonios y el domingo, al salir por la tarde nadie nos había dicho nada. Mi marido me insistía en que estaba vendida. A mitad de camino nos llamaron para hacer una oferta que aceptamos. Cerramos el acuerdo inmediatamente.
Inmediatamente después, pero antes de escriturar la venta, empezamos a ver casas para comprar. La primera que vimos, en un sitio que siempre nos había gustado, se adaptaba perfectamente y, en muy poco tiempo cerramos el acuerdo de compra. Para cumplir plazos - tras una consignación de arras- necesitábamos que nuestro comprador nos cerrara la fecha de escritura la compra. Le pedí a mi marido que le llamara para concretar, pero me dijo que me esperara a su cumpleaños, ya que Eduardo y Laurita se encargarían de que le llamaran ese día. Y así fue. En 48 horas vendimos una casa y, en menos de un mes, compramos la que siempre nos había gustado. Casualmente el nombre de la calle es igual a la dirección en que vivieron Eduardo y Laurita.
S. P. - España
►Clic aquí para enviar el relato de un favor recibido.
También puede comunicar la gracia que se le ha concedido mediante correo postal a la Oficina de las causas de los santos de la prelatura del Opus Dei (Calle Diego de León, 14, 28006 Madrid, España) o a través del correo electrónico ocs.es@opusdei.org.
►Clic aquí para hacer un donativo.
También puede enviar una aportación por transferencia a la cuenta bancaria de la Asociación de Cooperadores del Opus Dei con IBAN número ES53 2100 1547 7502 0024 4065 y BIC, CAIXESBBXXX en La Caixa (agencia urbana de la calle Cartagena, 4, 28028 Madrid, España).