
Os he llamado amigos (V): Mirad qué buenos amigos
La amistad que ofrece un cristiano a quienes le rodean siempre ha sido un motivo de admiración. Con el paso del tiempo, surgen siempre nuevos escenarios y nuevos retos.
"Santificar el propio trabajo no es una quimera, sino misión de todo cristiano...: tuya y mía".(San Josemaría.)
La amistad que ofrece un cristiano a quienes le rodean siempre ha sido un motivo de admiración. Con el paso del tiempo, surgen siempre nuevos escenarios y nuevos retos.
La amistad entre las personas llamadas a una misma misión permite que esta sea siempre un camino lleno de felicidad.
Dejarnos querer por los demás es una manera de abrir espacio para Dios en nuestra vida. Jesús lo hizo hasta sus últimos momentos en la tierra.
El "mandamiento nuevo" que nos confió Jesús al final de su vida en la tierra descubrió una nueva dimensión de la amistad humana: se trata de auténtico apostolado.
Dios siempre ha buscado activamente la amistad con los hombres, ofreciéndonos vivir en comunión con Él. Ni la debilidad humana ni el polvo del camino le han hecho cambiar de opinión. Dejarnos abrazar por ese Amor incondicional nos llena de luz y de fuerza para ofrecerlo a los demás.