La luz de la fe (IX): uno de los nuestros: la Encarnación
La diferencia entre creer o no en Jesucristo no consiste solo en entender sus palabras, sino en reconocer su divinidad y su humanidad, encontrarse realmente con él y reconocerle como camino, verdad y vida nuestra.
Para mí, vivir es Cristo (IV): la razón más sobrenatural. Libertad interior
Resumir la ley en el 'amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo' no es un precepto cualquiera. El amor no se puede reclamar, y Dios solo nos invita a participar de él después de haber mostrado al hombre su infinito cariño y cuidado.
La luz de la fe (VIII): el camino de la liberación: del pecado a la gracia
Si el pecado entró en la humanidad por un ejercicio equivocado de la libertad, el «hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38) que pronunció María abrió una nueva etapa en la Historia: el Hijo de Dios bajó a la tierra para entregar su vida en un acto supremo de libertad, por estar originado en el Amor.
Para mí, vivir es Cristo (III): formación integral y afectividad
Algunas personas, cuando piensan en la formación, tienden a considerarla como un saber. Sin embargo, no basta un concepto de ese estilo: llegar a la integridad de la persona requiere pensar en la formación como un ser. Se trata de un objetivo mucho más alto: sumergirse en el misterio de Cristo y dejar que la gracia nos vaya transformando progresivamente para configurarnos con Él.
La luz de la fe (VII): la vida sin Dios. El pecado
Dios es un Padre amoroso que creó al hombre para alcanzar la felicidad. Pero el hombre desobedeció y se prefirió a sí mismo antes que al Amor de Dios.
Para mí, vivir es Cristo (II): caminos de contemplación. Unidad entre oración y evangelización
Adentrarse por caminos de contemplación significa dejar obrar al Espíritu Santo para que Él refleje en nosotros la faz de Cristo en todas las situaciones de nuestra vida.
La luz de la fe (VI): un susurro en el alma: el silencio de Dios
El silencio es a menudo el «lugar» en el que Dios nos espera: para que logremos escucharle a Él, en vez de escuchar el ruido de nuestra propia voz.
Para mí, vivir es Cristo (I): en la alegre esperanza de Cristo. La fe en el Amor de Dios
Dejarnos tocar por el amor de Dios, dejarnos mirar por Cristo: la esperanza nos abre un mundo, porque se basa en lo que Dios quiere hacer en nosotros.
La luz de la fe (V): «Tu rostro, Señor, buscaré»: la fe en el Dios personal
La fe cristiana es una fe con Rostro, una fe que dice: no estás solo en el mundo… hay Alguien que ha querido que existas, que te ha dicho «¡vive!».
«Dale gracias por todo, porque todo es bueno»
Agradecer, ante lo bueno y ante lo malo, es saberse siempre querido por Dios: gracias por estar aquí a mi lado; gracias porque esto te importa.