Retiro de agosto #DesdeCasa (2025)

Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.

1. Introducción. La manifestación del poder de Dios: luz y esperanza para el hombre.
2. Meditación I. La Transfiguración del Señor.
3. Meditación II. Jesús camina sobre las aguas.
 
4. Charla.

5. Lectura espiritual.

6. Examen de conciencia.


Introducción. La manifestación del poder de Dios: luz y esperanza para el hombre

Allá por los primeros años de la década de los cuarenta, iba yo mucho por Valencia. No tenía entonces ningún medio humano y, con los que se reunían con este pobre sacerdote, hacía la oración donde buenamente podíamos, algunas tardes en una playa solitaria. Como los primeros amigos del Maestro, ¿recuerdas? Escribe San Lucas que, al salir de Tiro con Pablo, camino de Jerusalén, “nos acompañaron todos con sus mujeres y niños a las afueras de la ciudad, y arrodillados hicimos la oración en la playa”.

Pues, un día, a última hora, durante una de aquellas puestas de sol maravillosas, vimos que se acercaba una barca a la orilla, y saltaron a tierra unos hombres morenos, fuertes como rocas, mojados, con el torso desnudo, tan quemados por la brisa que parecían de bronce. Comenzaron a sacar del agua la red repleta de peces brillantes como la plata, que traían arrastrada por la barca. Tiraban con mucho brío, los pies hundidos en la arena, con una energía prodigiosa. De pronto vino un niño, muy tostado también, se aproximó a la cuerda, la agarró con sus manecitas y comenzó a tirar con evidente torpeza. Aquellos pescadores rudos, nada refinados, debieron de sentir su corazón estremecerse y permitieron que el pequeño colaborase; no lo apartaron, aunque más bien estorbaba.

Pensé en vosotros y en mí; en vosotros, que aún no os conocía, y en mí; en ese tirar de la cuerda todos los días, en tantas cosas. Si nos presentamos ante Dios Nuestro Señor como ese pequeño, convencidos de nuestra debilidad pero dispuestos a secundar sus designios, alcanzaremos más fácilmente la meta: arrastraremos la red hasta la orilla, colmada de abundantes frutos, porque donde fallan nuestras fuerzas, llega el poder de Dios.

San Josemaría, Homilía “La grandeza de la vida corriente”, n. 14.

Primera meditación

Opción 1: Meditación. La Transfiguración del Señor. 

Opción 2: Meditar con san Josemaría sobre la Transfiguración del Señor. 

Segunda meditación

Opción 1: Meditación. Jesús camina sobre las aguas. 

Opción 2: Comentario al Evangelio: ¡Hombre de poca fe! 

Charla

Purificar y ensanchar el corazón.

Dios invita a amar al prójimo como él ama: estamos hechos a su imagen y semejanza. Aprender a amar con el corazón de Cristo: perdón, servicio, compartir, generosidad, afirmar al otro, apoyar, sostener, sacrificarse, etc (Podcast Fragmentos de Historia. Amigos hasta la muerte: algunas amistades de san Josemaría, por Pablo Pérez). 

Lectura

Papa León XIV: Cada vez que realizamos un acto de fe, la gracia nos alcanza. 

Examen de conciencia

Acto de presencia de Dios

Consiste en ponernos bajo su mirada amorosa que nos acompaña y protege. Invocamos al Espíritu Santo para entender cómo hacer nuestra vida más grata a Jesús.

1. «Jesús se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan (…) y se transfiguró ante ellos» (Mc 9, 2). Mirar y contemplar a Cristo, ¿me llena de esperanza? ¿Aprovecho este Año Jubilar para renovar mi mirada hacia el Señor, como quien sube con Él al Tabor? ¿Qué desánimos y tristezas podría abandonar en el Señor para que los convierta en gozo y fuente de nueva vida?

2. «Maestro, qué bien estamos aquí; hagamos tres tiendas» (Mc 9, 5). Estar con Jesús es fuente de alegría. ¿Cómo procuro compartirla con mi familia y mis amigos?

3. «La alegría tiene sus raíces en forma de cruz» (Forja, n. 28). Cuando me encuentro con dificultades y contrariedades en mis tareas ordinarias, ¿sé descubrir ahí a Cristo que me espera abrazado a la cruz, y me pide que la lleve con él?

4. «Y, después de despedir a la gente, subió al monte a orar a solas» (Mt 14, 23). ¿Busco, en lo posible, momentos para mi oración personal? ¿Estoy sabiendo hacer del verano un tiempo para cuidar la amistad con Dios, aunque cambien los ritmos o los lugares? En mis ocupaciones diarias, en mi trabajo y en mi familia, ¿intento que mi vida esté transformada por mi relación con Dios?

5. ¿De qué manera insisto en pedir al Señor, sabiendo que «la oración es omnipotente» (Camino, n. 83) y «es siempre fecunda» (Camino, n.101)?

6. «Al ver que el viento era muy fuerte se atemorizó y, al empezar a hundirse, se puso a gritar: “¡Señor, sálvame!”. Al instante Jesús alargó la mano, lo sujetó y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”» (Mt 14, 30-31). ¿En qué momentos necesito aumentar la confianza en que el Señor está a mi lado, aun cuando las razones humanas parecen fallar?

7. «Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo» (Mt 14, 27). ¿Frente a las inseguridades de la vida, intento abandonarme en el Señor sabiendo que quien está en las manos de Dios está en las mejores manos?

8. En este Año Jubilar de la Esperanza, ¿sé descubrir que la presencia de Cristo en mi vida —en el descanso y en el cansancio, en los días claros y en los turbios— es una llamada constante a la confianza? ¿Qué me está enseñando este verano sobre mi fe?

Acto de contrición