POR CÁRCELES Y EMBAJADAS

Biografía de ISIDORO ZORZANO LEDESMA. Ingeniero Industrial. (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943) por José Miguel Pero Sanz.

Estos meses han traído su peripecia para cada miembro de la Obra y para quienes participaban en sus medios de formación.

Pedro Casciaro, Paco Botella, Ricardo Fernández Vallespín, Rafael Calvo Serer y alguno más, a quienes ha sorprendido la guerra por Levante, dentro de la España republicana, durante varios meses quedan sin noticias del Beato Josemaría y los otros. Los tres primeros acabarán movilizados. Rafa, que acaba de incorporarse a la Obra, está enfermo y pasará en Alcalalí una larga temporada.

Sus hijos estarían dispuestos a sacar adelante la Obra si muriera el Padre: así se lo han manifestado ante una inesperada pregunta suya. Pero todos son conscientes de que resulta imprescindible poner al Fundador a salvo. Además de formarles a ellos mismos y de impulsar la expansión de los trabajos apostólicos, hay muchas tareas que requieren la gracia fundacional: atender las vocaciones y desarrollar los apostolados entre mujeres, conseguir las aprobaciones del Opus Dei por parte de la Santa Sede... Cuando comprendan que la guerra va para largo, pondrán todos los medios hasta lograr que don Josemaría salga de Madrid y pase a la zona española donde puede desempeñar su ministerio como sacerdote y Fundador.

Al cabo de casi tres meses bien amargos, de acá para allá por Madrid sin asiento fijo, convencen al Padre para que se traslade a un sanatorio: el doctor Suils, lo acepta —con nombre ficticio, como a otros supuestos pacientes— en su «Casa de Reposo y Salud», por la Ciudad Lineal. Barredo se instalará también, dentro de poco, en el mismo sanatorio. Allí don Josemaría tendrá que hacerse pasar por loco, pero algunos días puede celebrar —¡por fin!— la Santa Misa; desarrolla, dentro de las limitaciones inevitables, alguna tarea ministerial y mantiene relación, más o menos directa, con sus hijos.