La vida diaria de San Josemaría (1936)

José Carlos Martín de la Hoz, Miembro de la Academia de Historia Eclesiástica, describe la vida, los proyectos apostólicos y la actitud con que afrontó estos difíciles años de la Guerra Civil Española.

En el año 1936, como en el resto de su vida, las jornadas de San Josemaría transcurrían en plena coherencia con su llamada divina: a ser sacerdote y Fundador del Opus Dei, ambos aspectos intrínsecamente unidos en su persona. En la predicación se mostraba no sólo como un maestro, sino como un padre y pastor de almas, que iba por delante, procurando vivir lo que enseñaba.

La vida espiritual de San Josemaría marcaba su quehacer cotidiano. En primer lugar la celebración diaria, pausada y piadosa, de la Santa Misa, en las Religiosas Agustinas Recoletas del Monasterio de Santa Isabel de donde era Capellán desde tiempo atrás o en el Oratorio de la Residencia de la calle Ferraz 50. Asimismo, la recitación de la Liturgia de las Horas. Dedicaba un mínimo de media hora por la mañana y por la tarde a la oración mental, habitualmente cerca del Sagrario. También, recitaba las tres partes del santo Rosario. Leía y meditaba la Sagrada Escritura y dedicaba tiempo a la lectura espiritual de los tratados clásicos de espiritualidad. Asimismo practicaba el examen de conciencia al caer el día y otras devociones a la Virgen, San José, a los Ángeles custodios etc.

Se empeñaba seriamente en el trabajo. En primer lugar, en las tareas de dirección del Opus Dei, y en la redacción de textos para la formación de los miembros de la Obra y de las personas que atendía. Dedicaba muchas horas al confesionario y a la atención espiritual de personas de toda clase y condición social. Predicaba frecuentemente en el Oratorio de la Residencia, impartía clases de formación a grupos reducidos, varias cada día, retiros mensuales, etc.

Se ocupaba, como Capellán, de la atención espiritual de las Agustinas Recoletas; lo que implicaba muchas horas de predicación, confesiones y dirección espiritual de las monjas de la comunidad. Asimismo, en el confesonario de Santa Isabel dirigía espiritualmente a las primeras mujeres del Opus Dei y a otros fieles que acudían a él.

También utilizaba gran parte de su tiempo en la preparación de su tesis doctoral en la Facultad de Derecho de Madrid sobre las ordenaciones de mestizos y cuarterones en América en el siglo XVI. Antes de la guerra civil tenía muy avanzada la organización de datos y bibliografía para la elaboración final del trabajo.

Seguía ayudando, en la medida de lo posible, en la atención espiritual del Hospital del Rey, y visitaba a enfermos y necesitados en sus domicilios. Es decir, llevaba a cabo una ingente labor pastoral para la que el tiempo escaseaba.    

También realizaba visitas a obispos para explicarles el Opus Dei; en primer lugar al Obispo de Madrid, D. Leopolodo Eijo y Garay, y a su Vicario General D. Francisco Morán, al que tenía al día de las actividades de la Residencia. Finalmente, no descuidaba la atención de su familia: su madre y sus dos hermanos, a los que mantenía con su trabajo.

A. VÁZQUEZ DE PRADA,El Fundador del Opus Dei, ed. Rialp, Madrid 1997, Vol. I, pp. 495 y ss.

P.RODRÍGUEZ, El doctorado de san Josemaría en la Universidad de Madrid, SetD 2 (1008) 13-104.