La Escuela Agrícola Las Garzas celebra sus 60 años de enseñanza

En esta obra corporativa del Opus Dei, más de 1400 alumnos han podido estudiar gratuitamente y titularse no sólo como técnicos agropecuarios, sino también como personas con valores y habilidades para las relaciones humanas que les permiten desarrollarse en los rubros que han escogido.

Generación 1988 durante el almuerzo de celebración de los 60 años de la Escuela Agrícola Las Garzas

Este mes la Escuela Agrícola Las Garzas conmemoró su sexagésimo aniversario, el que se ha celebrado con diferentes actividades durante todo el año. Destaca especialmente la realizada el pasado 5 de noviembre, a la que asistieron el vicario regional del Opus Dei, el padre Álvaro Palacios, autoridades de la Escuela Agrícola Las Garzas y de la Fundación Chilena de Cultura, así como alumnos, exalumnos, apoderados y personas que han sido parte del desarrollo de esta iniciativa.

La Escuela empezó a funcionar en 1963 a metros de la carretera Longitudinal Sur y 148 kilómetros de Santiago, en la comuna de Chimbarongo. Las primeras generaciones estudiaron en un terreno que abarcaba poco más de 20 hectáreas, desde unas viejas casas patronales junto a un parque algo abandonado. Hoy, con 80 hectáreas más, se imparte enseñanza técnico profesional de calidad en una infraestructura con instalaciones de lechería, viña, biblioteca, laboratorio de computación, canchas deportivas, maquinarias, etc., y un laboratorio de servicios agropecuarios.

Misa de acción de gracias con motivo de los 60 años de la Escuela Agrícola Las Garzas, celebrada por el vicario del Opus Dei en Chile, padre Álvaro Palacios.
Misa de acción de gracias con motivo de los 60 años de la Escuela Agrícola Las Garzas, celebrada por el vicario del Opus Dei en Chile, padre Álvaro Palacios

En la Eucaristía que se celebró al inicio de la jornada con exalumnos, el padre Álvaro Palacios destacó la labor de servicio de la Escuela: “En esta misa venimos a agradecer todo lo bueno que se ha logrado hacer con la ayuda de Dios, a arrepentirnos por los que se hizo mal, porque somos humanos con buena intención, pero también con errores y egoísmos, y a pedir luz y fuerza divina para seguir haciendo el bien que intenta la Escuela”.

A su vez, señaló que “el bien que se quiere hacer es ese compartir el conocimiento que ayuda a forjar una buena vida. Pero más que el conocimiento técnico, es la solidaridad de que somos una familia de hijos de Dios, y como hermanos nos apoyamos en este caminar terreno”.

Según el director del establecimiento, Jaime Bascuñán, en esta “reunión familiar se notó la alegría y el agradecimiento de los asistentes, quienes sienten que su paso por Las Garzas ha sido una etapa importante de sus vidas”.

Almuerzo de celebración de los 60 años de "Las Garzas"

Así lo demuestra el testimonio de Julián Bernabé (72), de la generación de 1971, quien tras su paso por Las Garzas estudió agronomía y fue profesor de la Universidad de Concepción en Chillán. Hoy se dedica a la producción de berries y árboles frutales.

“Un recuerdo de aquí yo creo que es la vida en familia. Cuando llegué a esta Escuela se estudiaba internado. Éramos todos amigos, hermanos, nuestros profesores nos entregaron muchas herramientas para poder defendernos en la vida profesional. Pienso que lo más importante fue la formación personal, la parte espiritual y ética laboral. Eso me hizo a mí, y en lo que he detectado en mis compañeros, poder triunfar en la vida”, reflexiona Julián Bernabé.

Generación 1984 durante la celebración de los 60 años de la Escuela

Pablo Amaya egresó en 2007 y actualmente es profesor de música en la Escuela Agrícola. Cuenta que la infraestructura ha cambiado mucho durante estos 60 años, pero que “lo importante es lo que no cambia: que siempre hay gente dispuesta a entregarte una palabra de aliento, a darte un consejo, que cree en ti. Los profesores creen en los alumnos”. A su vez, destaca “el compañerismo, la fe y la honestidad que caracteriza a todos los garzinos”.

Un internado que le cambió la vida

Otra persona que estuvo en la celebración fue Rodrigo Gallardo, de la generación de 1999. Rodrigo cuenta que cuando llegó tenía apenas 14 años y que por lo mismo no podía ser parte del internado, ya que una exigencia era tener cumplidos los 15 años y a él todavía le faltaba un mes. Por este motivo tuvo que arrendar una pensión y con el paso del tiempo se fue deprimiendo por la soledad. “Vivía solo en una pieza”, relata. Decidió retirarse de la escuela, pero su profesor lo animó a hablar con el director primero. Éste le propuso que se fuera a vivir la semana santa con su familia y al regreso se quedara en el internado. Así lo hizo.

Generación 1988

“Fue otra cosa, me hice más amistades y gracias a eso pude retirarme de acá con mi título y estoy muy agradecido por eso, me ayudó mucho. Ha sido lo máximo que he tenido, porque gracias a que pude estudiar, pude optar a un mejor trabajo, formar una familia, así que me siento muy agradecido de la escuela”, dice. Y añade: “Es una escuela agrícola católica, eso me ha ayudado mucho. Tengo una familia católica, somos bastante cercanos a la Iglesia con mis hijos también, les he inculcado siempre eso, que es muy importante estar cerca de Dios, eso te mantiene firme en tus cosas y actúas por el buen camino, haces buenas obras”.

Rodrigo ha trabajado desde que egresó de Las Garzas en una viña, la misma donde hizo su práctica. Además, actualmente tiene un emprendimiento en el área de la ganadería.

De la agricultura a la educación física

Sebastián Arenas egresó en 2011 y hoy es profesor de educación física en la Escuela. A pesar de tomar un rumbo distinto a la agricultura, destaca los valores que aprendió en el establecimiento: “respeto, la puntualidad, ganas de perfeccionarme, yo creo que la escuela entrega muchas habilidades blandas para los estudiantes, para los futuros profesionales del país, más allá de que sigan por el rubro agrícola o en otro rubro como yo. Creo que la escuela nos entrega habilidades para poder seguir destacándonos y seguir desarrollándonos donde trabajemos”.

Ex alumnos y trabajadores de Las Garzas