Himnos

Ubi caritas

Donde hay caridad y amor, allí está Dios. Nos ha hecho una sola cosa el amor de Cristo. Gocémonos y alegrémonos en Él. Temamos y amemos al Dios vivo. Y amémonos sinceramente con todo el corazón.

Donde hay caridad y amor, allí está Dios. Así pues cuando juntos estemos reunidos en un mismo lugar, procuremos que nuestrasalmas no estén divididas.
Cesen las discordias malignas, cesen las luchas. Y esté en medio de nosotros Cristo Dios.

Donde hay caridad y amor, allí está Dios. Que en unión de los santos veamos también nosotros gloriosamente tu rostro, Cristo Dios, lo que es un gozo inmenso y admirable. Por los siglos infinitos de los siglos. Amén.

Pax in caelo

Paz en el cielo, paz en la tierra. Paz a todo pueblo. Paz a los sacerdotes de las Iglesias de Dios.

Jesucristo Rey pacifico, su trono permanece firme para siempre. Él es nuestra paz.

Paz en el cielo, paz en la tierra.

Brote en nuestros días la justicia y la abundancia de paz.

Paz a todo pueblo.

Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Paz a los sacerdotes de las Iglesias de Dios.

Rorate coeli

Tiempo de Adviento

Enviad, cielos, rocío desde lo alto, y que las nubes lluevan al Justo. No te enojes, Señor, no te acuerdes más de nuestra maldad:

He aquí que la ciudad del Santo ha quedado desierta. Sión ha quedado desierta, Jerusalén ha sido desolada: la casa de tu santidad y de tu gloria, donde te alabaron nuestros padres.  

Enviad, cielos, rocío desde lo alto, y que las nubes lluevan al Justo.

Hemos pecado y nos hemos vuelto inmundos, y todos hemos caído como una hoja; y nuestras iniquidades nos han arrastrado como el viento; escondiste tu faz de nosotros y nos abandonaste al poder de nuestra iniquidad.

Enviad, cielos, rocío desde lo alto, y que las nubes lluevan al Justo.

Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo, y envía al que has de enviar; envía al Cordero Dominador de la tierra, desde la piedra del desierto hasta el monte de la hija de Sión, para que Él nos quite el yugo de nuestro cautiverio.

Enviad, cielos, rocío desde lo alto, y que las nubes lluevan al Justo.

Consolaos, consolaos, pueblo mío: pronto vendrá tu salvación. ¿Por qué te consumes de tristeza, si el dolor te ha demudado? Te salvaré, no temas,
pues Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Redentor.

Enviad, cielos, rocío desde lo alto, y que las nubes lluevan al Justo.

Te, Ioseph

Que te ensalcen, glorioso san José, las multitudes del cielo, que todos los coros de cristianos canten repetidamente a ti que, esclarecido por tus méritos, te uniste en casta alianza a la Virgen amadísima.

Cuando, al ver con extrañeza a tu esposa encinta por la virtud divina, te asalta angustiado la duda, un Angel te hace saber que el Niño ha sido concebido por la virtud del Espíritu Santo.

Tu abrazas al Señor recién nacido; le sigues en su huida a las tierras extrañas de Egipto; perdido, lo buscas en Jerusalén, y lo encuentras, mezclando así las alegrías con las lágrimas.

A los demás les espera la bienaventuranza después de la muerte, y reciben entonces el contrario, casi como el premio de sus méritos. Tú, por el contrario, casi como el Altísimo, aún en vida gozas de Dios con una suerte admirable.

Soberana Trinidad, perdona a los que te suplicamos: concédenos por los méritos de José subir al cielo, para que por fin nos sea posible cantarte perpetuamente un cántico de acción de gracias. Amén.

Media vita

Tiempo de Cuaresma

A mitad de la vida encontramos la muerte: ¿a quién buscaremos para que nos ayude, sino a ti Señor? A ti que justamente te airas por nuestros pecados.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo misericordioso Salvador, no nos entregues a una muerte amarga.

En ti esperaron nuestros padres: esperaron, y tú les liberaste.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo misericordioso Salvador, no nos entregues a una muerte amarga.

A ti clamaron nuestros padres: clamaron, y no quedaron confundidos.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo misericordioso Salvador, no nos entregues a una muerte amarga.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo misericordioso Salvador, no nos entregues a una muerte amarga.

Ave verum

Salve, cuerpo verdadero, nacido de la Virgen María, verdaderamente atormentado, inmolado en la Cruz por la humanidad.

De cuyo costado abierto fluyó agua y sangre; sé para nosotros un anticipo en el examen de la muerte.

¡Oh dulce Jesús, oh piadoso Jesús, Oh Jesús, hijo de María!

Ave maris stella

Salve, estrella del mar, santa madre de Dios y siempre Virgen, feliz puerta del Cielo.

Tú que has recibido el saludo de Gabriel y ha satisfecho plenamente la deuda de Eva, afiánzanos en la paz.

Desata las cadenas a los reos, alumbrar los ciegos, aleja de nosotros el mal, pide para nosotros todos los bienes.

Muestra que eres madre: reciba a través tuyo nuestras oraciones el que, naciendo por nosotros, acepto ser Hijo tuyo.

¡Oh Virgen incomparable! ¡Amable sobre todas! Libres de nuestras culpas, haznos apacibles y castos.

Danos una vida limpia, prepáranos un camino seguro; para que, viendo a Jesús, estemos siempre contigo llenos de alegría.

Sea dada alabanza al Padre, Gloria a Cristo Soberano y al Espíritu Santo, a los tres un mismo honor. Amén.

Benedíctus

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos Profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Por el Romano Pontífice

Oremos por nuestro pontífice N.

Que el Señor lo guarde
y lo llene de vida
y lo haga santo en la tierra
y no lo entregue en manos de sus enemigos.

Lux aeterna

Brille para ellos la luz eterna, Señor, con tus santos por siempre, porque tú eres misericordioso.

Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua: con tus santos por siempre, porque tú eres misericordioso.

Vexilia Regis

En honor de la Santa Cruz

Victoria, tú reinarás. ¡Oh Cruz, tú nos salvarás!

El Verbo en ti clavado, muriendo, nos rescató; de ti, madero santo, nos viene la redención.

Extiende por el mundo tu reino de salvación.
¡Oh Cruz fecunda, fuente de vida y bendición!

Impere sobre el odio tu reino de caridad;
alcancen las naciones el gozo de la unidad.

Aumenta en nuestras almas tu reino de santidad;
el río de la gracia apague la iniquidad.

La gloria por los siglos a Cristo libertador,
su cruz nos lleva al cielo, la tierra de promisión.