Me pasan muchas cosas. En realidad, dejo que me pasen. Soy “síista” y digo que sí a todo. Mi vida es un puzzle. Llego tarde casi siempre y cada semana es distinta a la anterior. Las cosas que ocurren a mi alrededor las veo como llamadas que Dios me hace para que actúe.

Soy abogada, colaboro en una plataforma ciudadana y, desde agosto de 2021, ayudo a mujeres afganas que piden asilo en España. Al principio eran pocas. Hoy es una red que apoya a 110 familias. Estoy vinculada a estas personas, y nuestra amistad ya no puede desaparecer.

“Las mujeres afganas me preguntan: ¿por qué me ayudas? Lo hago porque es lo que aprendí de otros”

Tengo un hijo de 9 años y mi marido se ocupa mucho de la casa. Además, los dos dedicamos tiempo a nuestros padres y amigos. Mi marido me apoya en todos los líos en los que me meto. También me ayuda mi vocación al Opus Dei. La oración me permite integrar cada aspecto de mi día.

Los católicos deberíamos comprometernos más. Veo mucho conformismo a mi alrededor. Detrás de lo que hago hay un trabajo de Evangelización, un deseo de compartir mi fe.

Soy muy afortunada y es mi obligación devolver lo que he recibido. Las mujeres afganas me preguntan: “¿por qué me ayudas?” Lo hago porque es lo que aprendí de otros. Y sé que todos podemos hacerlo.