Debido a circunstancias familiares, tomé la decisión de venir a Salta para hacerme cargo de mi sobrino. Cuando llegué, lo llevé al médico, donde nos confirmaron que tenía un trastorno del espectro autista. En ese entonces, tenía 11 o 12 años. Su mamá había fallecido tras una dura lucha contra el cáncer, y mi madre se hizo cargo de él. Sin embargo, un año y medio después, ella también falleció. Esto ocurrió el año pasado y en noviembre se cumplirá un año de su partida.

Ante esta situación, decidí mudarme a Salta para estar con mi sobrino. Fue una decisión difícil de tomar porque nunca me imaginé en esta circunstancia. Sin embargo, comprendí que era necesario y que no podía actuar con indiferencia cuando tenía la posibilidad de ayudar.

Antes de venir, vivía en Buenos Aires en un centro de la Obra. Ahora estoy aquí, conviviendo con él y asumiendo esta responsabilidad. Pensaba que mi vocación dentro de la Obra continuaría en Buenos Aires, pero entendí que mi misión estaba en mi propia familia, cuidando de mi sobrino y mi hermano, formando un hogar con ellos.

“La Obra es mi familia y se parece mucho a mi familia de sangre. Sentir que pertenezco a ella significa también asumir la responsabilidad de sacarla adelante”

El espíritu de la Obra lo llevo conmigo adonde vaya y en cualquier circunstancia. En ese momento, lo prioritario era mi familia, era lo que Dios me pedía y donde más me necesitaban.

La Obra es mi familia y se parece mucho a mi familia de sangre. Todos somos distintos: mis hermanos tienen personalidades diversas, algunos son más callados, otros más expresivos, y en la Obra ocurre lo mismo. A veces hay roces y discusiones, pero también reconciliaciones y unión. Sentir que pertenezco a ella significa también asumir la responsabilidad de sacarla adelante.

Dentro del Opus Dei aprendí que la amistad tiene un valor profundo, porque el propósito no es solo compartir momentos, sino acercar a nuestros amigos a Dios. Lo que realmente me ha ayudado ha sido la formación, pues me ha permitido crecer como persona y mejorar en muchos aspectos de mi vida. Gracias a ello, puedo también ayudar a mis amigas y a las personas con las que me cruzo en el camino. He aprendido valores fundamentales y, sobre todo, la importancia de la confianza y la fidelidad en las relaciones.