La conversión de los hijos de Dios
San Josemaría pronunció esta homilía en la Cuaresma del año 1952. Fue publicada en “Es Cristo que pasa”.
San Josemaría pronunció esta homilía en la Cuaresma del año 1952. Fue publicada en “Es Cristo que pasa”.
El Fundador del Opus Dei escribió numerosas homilías y realizó largos viajes de catequesis por diversos países del mundo. Ahora están disponibles en formato audio.
Homilía de san Josemaría, pronunciada el 11 de octubre de 1964, fiesta entonces de la Maternidad de la Santísima Virgen, y publicada en 'Amigos de Dios'.
San Josemaría predicó una homilía, recogida en el volumen "Es Cristo que pasa", sobre el tiempo litúrgico del Adviento.
Homilía pronunciada el 12 de octubre de 1947 por San Josemaría, en la que explica en qué consiste la fe cristiana, con varios ejemplos del Evangelio, y detalla el modo de aplicarla en la vida cotidiana.
Homilía pronunciada por san Josemaría Escrivá el 15-VIII-1961, fiesta de la Asunción de la Virgen María, publicada en “Es Cristo que pasa”.
Homilía pronunciada por san Josemaría Escrivá de Balaguer el 8 de junio de 1968, entonces sábado de Témporas de Pentecostés, y publicada en el libro Amigos de Dios.
«En esto se concreta la verdadera devoción al Corazón de Jesús: en conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos, y en mirar a Jesús y acudir a Él», dice San Josemaría en esta homilía con motivo de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Jesús, siendo perfecto Dios, se hizo hombre, perfecto hombre, carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. Y se separa de nosotros, para ir al Cielo. ¿Cómo no echarlo en falta?
Homilía pronunciada por san Josemaría el 26 de noviembre de 1967 y recogida en Amigos de Dios.
Jesús es el modelo. Lo ha dicho El: discite a me, aprended de Mí. Y hoy deseo hablaros de una virtud que sin ser la única ni la primera, sin embargo actúa en la vida cristiana como la sal que preserva de la corrupción, y constituye la piedra de toque para el alma apostólica: la virtud de la santa pureza.
El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos.