João Pedro era técnico de la emisora donde Dora trabajaba como locutora. “¡Pensé que era especial, de verdad! Hasta el punto de que terminé una relación que tenía y empecé a dejarle mensajes en papel en el cristal del estudio”. Dora pronto se dio cuenta de que aquello no era una simple amistad. Meses después salían juntos hasta que le pidió que se casara con él. La ceremonia tuvo lugar hace 29 años. Y cuatro hijos después, miran hacia atrás y se dan cuenta de que han superado algunos momentos muy difíciles.
“Soy Dora Isabel y les acompañaré hasta la medianoche. Nos acompañarán canciones al estilo de Smooth FM”. Así comienza otro programa de radio: un trabajo exigente pero gratificante, que pretende ser la compañía de muchos oyentes al final de la jornada laboral.
Dora tiene muchas pasiones: la familia, la radio, la música, una buena conversación con los amigos, un buen reto profesional o personal, leer, estudiar, escribir, beber una copa de buen vino, mirar el mar o algún paisaje impresionante como el valle del Duero o una llanura del Alentejo.
Lleva 30 años trabajando en la radio. Y llega el momento de hacer balance: “Me planteaba el futuro y dudaba sobre si era el camino de mi vida profesional”. En medio de estos pensamientos recibió una invitación de una amiga para asistir a un retiro mensual en un centro del Opus Dei. Era una actividad dirigida a mujeres profesionales y madres jóvenes: “Me quedé absolutamente asombrada de todo lo que se dijo en las meditaciones. Y pensé: ¡Esto es para mí! Quiero entender más sobre la santificación del trabajo porque lo necesito”.
Pedro pide ir al seminario
Dora vive en Tires. Tiene cuatro hijos, una familia numerosa de la que está orgullosa. Entre ellos hay dos gemelos: Pedro y Afonso. Un día, Pedro, que tenía entonces 14 años, le dijo a su madre que quería ir al seminario, después de haber pasado por el preseminario. El hijo explicó que no sabía expresar bien el motivo, pero que “lo sentía dentro de mí”, le dijo.
La respuesta de Dora fue decisiva: “Crece allí. Todavía tienes cosas que hacer, todavía tienes tiempo para madurar. Es algo muy fuerte, muy exigente. Tómatelo con calma”.
“Esta pregunta de Pedro coincidió con la decisión de mi vocación al Opus Dei: pensé que la espiritualidad de la Obra no era solo algo interesante y hermoso, sino un camino para mí. Que Dios tenía un plan para mí y estaba esperando una respuesta”.
Su vocación se cruzó con el discernimiento vocacional de su hijo. Y después de considerarlo con Dios en la oración y con su esposo, “tratando de ser coherente conmigo misma pensé: no puedo querer crecer en esta vocación a la que Dios me llama y, al mismo tiempo, cerrar los ojos a una vocación de mi hijo. Y todo esto dentro de mi corazón iba madurando”.
Por su parte, João Pedro pensó que Dios podría tener planes para su hijo, pero tal vez no de esta manera: “¿Por qué él? Es tan joven todavía, no ha experimentado tantas cosas y le pregunté varias veces: ¿Pero no eres feliz aquí en la familia? Si es solo porque necesitas ir a misa todos los días, también tenemos misa diaria aquí en la parroquia”.
João confiesa: “fue con la ayuda de la Obra que Dora me convenció para que dijera que sí. Porque tenía que ser una decisión familiar”. Y Pedro se fue al seminario de Lisboa, agradecido de que sus padres comprendieran la naturaleza sobrenatural de su vocación.
Un año después, Afonso...
“Padres, tengo algo que deciros: me siento llamado para ir al seminario”. Dora confiesa que le sorprendió mucho. Y João Pedro cuestionó a Afonso: “¿Vas porque eres gemelo y quieres seguir el mismo camino que tu hermano?”. Afonso confesó que acudía al preseminario para discernir su vocación: “Fue bueno entender que cuando el Señor llama, llama a cada uno individualmente. Somos hermanos gemelos, pero cada uno tiene su vocación”, afirma.
Dora lo asumió: “No he podido encontrar un solo argumento para desmontar la petición de Afonso”. Hoy considera que fue una decisión acertada, porque “gracias a Dios son felices con el camino que han elegido con plena libertad”.
El hermano gemelo, Pedro, está agradecido a Dios y cree que “mi vocación y la de mi madre en la Obra surgieron al mismo tiempo (...) y para mí fue fundamental conocer a san Josemaría con mi madre, para entender la dimensión de la santidad en las pequeñas cosas del día a día”.
Dos futuros sacerdotes de la diócesis de Lisboa
El 28 de noviembre, Pedro y Afonso recibirán la ordenación diaconal en la Iglesia de los Jerónimos. Dora y João Pedro están muy contentos por el camino que Dios ha elegido para sus hijos.
Y como, al fin y al cabo, Pedro y Afonso son hijos de profesionales de la radio, están encantados de ayudar a la Iglesia a comunicar mejor. Durante los últimos meses de la pandemia colaboraron en el seminario para transmitir las celebraciones e incluso crearon un podcast semanal para difundir los escritos del Papa Francisco.
Historias relacionadas: Sembradores de paz y de alegría, serie de vídeos por el 75 aniversario del comienzo de la labor del Opus Dei en Portugal.
Temas de reflexión sugeridos por este vídeo
1. El servicio a los demás y la santificación del trabajo
En la historia de la Iglesia y de la humanidad, el espíritu que Dios hizo ver a San Josemaría Escrivá de Balaguer, en 1928, lleva consigo una enseñanza nueva y antigua como el Evangelio, con toda su fuerza transformadora de los hombres y del mundo.
La santificación del trabajo profesional es semilla viva, capaz de dar fruto de santidad en una inmensa multitud de almas: para la gran mayoría de los hombres, ser santo supone santificar el propio trabajo, santificarse en su trabajo, y santificar a los demás con el trabajo (...). Repasar con calma cada uno de estos tres aspectos puede constituir frecuentemente una trama de diálogo con Dios en la oración. ¿Estoy santificando mi trabajo? ¿Me estoy santificando en el trabajo?, es decir, ¿me voy transformando en otro Cristo a través de mi profesión? ¿Qué frutos de apostolado estoy dando con mi trabajo?
Vea más información en este artículo
2. Los seminaristas y los sacerdotes viven para los demás
El libro de los Hechos nos dice que los discípulos tenían un solo corazón. Vuestro encuentro es una demostración de ello. El tiempo del seminario corresponde a esa experiencia fundadora que los Apóstoles tuvieron durante largos meses, cuando Jesús los instituyó: «E instituyó doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar» (Mc 3, 14-15). La fraternidad de los discípulos, la que expresa la unidad de los corazones, forma parte de la llamada que habéis recibido. El ministerio presbiteral no puede en ningún caso ser individual, y menos aún individualista.
Papa Francisco, 24 de octubre de 2014
3. Trabajando en la confianza: Dios ha elegido a mi hijo (vídeo)
Dios tiene un plan para cada uno, nos llama a todos. La familia cristiana tiene el desafío de acompañar a cada uno en ese discernimiento del plan de Dios.
Vea también el audiolibro sobre la vocación con 12 episodios.