Novena al venerable Ernesto Cofiño (PDF para teléfonos)
La novena para pedir gracias por la intercesión del venerable Ernesto Cofiño propone un recorrido de nueve días estructurado en tres pasos: una breve reflexión, una oración y una invitación a realizar un gesto concreto de mejora personal o de servicio a los demás.
Los temas abordan distintas dimensiones de la vida cristiana en las que el dr. Cofiño procuró vivir y transmitir el Evangelio: descubrir el valor divino de la vida corriente, aprender la mutua ayuda en la construcción del matrimonio, cuidar la salud, dedicar tiempo a la amistad con los colegas, ejercer la maternidad y la paternidad con responsabilidad y acudir diariamente a la Eucaristía, entre otros.
Ofrecemos la novena en un formato PDF interactivo que facilita la lectura desde dispositivos móviles, así como en una versión preparada para imprimir.

Oración para la devoción privada
Oh Dios Padre, fuente de todo bien, que llenaste de gracias a tu hijo Ernesto, médico, para ser fiel servidor de la vida que en Ti comienza y sólo a Ti pertenece; haz que yo sepa también respetar y promover el don de la vida y cumplir con generosidad mis deberes de cada día, por Amor a Jesucristo y a mis hermanos los hombres. Dígnate glorificar a tu siervo Ernesto y concédeme por su intercesión, el favor que te pido... (pídase). Así sea.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Novena al venerable Ernesto Cofiño en tres pasos
- Día 1: La grandeza de la vida corriente
- Día 2: Dar la vida en el matrimonio. El deber de la “mutua ayuda”.
- Día 3: Dejar a Cristo vivir en mí
- Día 4: Dedicar tiempo a la amistad con mis colegas
- Día 5: La salud del cuerpo
- Día 6: Entregar la vida para servir a los más necesitados
- Día 7: Organizar mi tiempo para cuidar la vida de los demás
- Día 8: Ejercer la maternidad y la paternidad
- Día 9: Para tener vida y cuidar la vida, alimentarse de la Eucaristía
- Rezar por intercesión de Ernesto Cofiño
Día 1: La grandeza de la vida corriente
«Es la vida de la “nueva criatura”» (2Co 3,17), la del hombre y de la mujer que han sido hechos partícipes de la vida de Cristo: «Con Cristo estoy crucificado: vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gal 2,19-20).
Reflexión
La vida corriente, lejos de ser mundana o insignificante, se transforma en un camino hacia la santidad cuando vivimos como “nuevas criaturas” en Cristo. En cada acto cotidiano, por pequeño que parezca, podemos reflejar la presencia de Cristo que vive en nosotros. Es un recordatorio de que nuestra vida tiene un propósito más alto: vivir en fe, en amor y en entrega, tal como Él lo hizo.
Oración
Señor, gracias por habitar en mi corazón y dar sentido a cada instante de mi vida. Ayúdame a vivir con la confianza de saber que no estoy solo, sino que Tú caminas conmigo, renovando mi ser y dándome la fuerza para amar y servir como Tú lo hiciste. Amén.
Acción
Escribe Ernesto: «No cabe pedir “Ayúdame Señor” mientras no hayamos hecho todo lo que realmente podamos. «Más oración, más mortificación, más amor». Entonces llega el Señor y se vuelca y hace que lo que es una nimiedad se transforme en una maravilla de Dios».
Hoy, puedes elegir una tarea sencilla de tu rutina diaria y ofrecérsela a Dios, consciente de que, en su pequeñez, será un acto de amor. Ya sea preparar una comida, trabajar con dedicación o escuchar a un ser querido, hazlo con alegría y gratitud, recordando que Cristo vive en ti.
Día 2: Dar la vida en el matrimonio. El deber de la “mutua ayuda”.
«La paz conyugal debe ser el ambiente de la familia, porque es la condición necesaria para una educación honda y eficaz. Que los niños vean en sus padres un ejemplo de entrega, de amor sincero, de ayuda mutua, de comprensión; y que las pequeñeces de la vida diaria no les oculten la realidad de un cariño, que es capaz de superar cualquier cosa”. En una palabra, que marido y mujer vivan queriéndose el uno al otro, y queriendo a sus hijos, porque así quieren a Dios» (san Josemaría, Conversaciones, n. 108).
Reflexión
El matrimonio es una entrega constante en la que el amor se manifiesta a través de la mutua ayuda y la disposición a superar los retos juntos. San Josemaría nos recuerda que la soberbia es un obstáculo en la relación conyugal, mientras que la humildad, la amabilidad y el esfuerzo por ser un apoyo mutuo son esenciales para mantener vivo el amor y fortalecer el vínculo matrimonial.
Oración
Señor, enséñanos a vivir el matrimonio como un verdadero acto de amor y entrega. Ayúdanos a ser humildes y amables en nuestro trato diario, recordando siempre la importancia de apoyar al otro con paciencia y comprensión. Amén.
Acción
Pide ayuda al Señor para mostrar amabilidad y humildad en el trato con tu cónyuge hoy. Puede ser algo simple, como expresar gratitud por un servicio prestado, ofrecer tu ayuda en una tarea cotidiana o compartir un momento de escucha sincera. Que este gesto sea un reflejo de tu amor y compromiso en vivir el matrimonio como una entrega mutua. Escribía Ernesto a sus hijos en 1969: «No se puede tener una vida plena sin amor. Y que este amor sea de fondo, sincero, sin la búsqueda del beneficio —la satisfacción personal—. No se puede vivir bien si no se es capaz de comprender a los demás, de buscar la parte de razón que cada uno tiene en cada caso. No se pueden crear sólidos afectos si no se sabe servir a los demás con desinterés, sin estar esperando reconocimiento o retorno del servicio prestado. No se puede elevar el alma si no suelta el lastre del rencor que es como un lodo pegajoso, que incapacita el vuelo del ave hacia el cielo. No se puede esperar correspondencia si no se sabe ser generoso. No se llega a nada si no se da en la vida fruto, cada uno de acuerdo con su dotación y al máximo de dicha dotación. Y fruto que no se reserve tan sólo para sí, sino que se comparta con los demás».
Día 3: Dejar a Cristo vivir en mí (Gal 2,20)
«Dios nos quiere bien, Dios los ama a todos, ¡y el mal no prevalecerá! Todos estamos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos mano a mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo nos precede» (León XIV, Primer saludo y bendición Urbi et Orbi, 8 de mayo de 2025)
Reflexión
Dejar a Cristo vivir en nosotros exige valentía: soltar aquello que nos ata y nos impide avanzar hacia una vida plena en Él.
Oración
Señor Jesús, dame el valor de soltar todo aquello que me aleja de Ti. Ayúdame a abandonar los miedos, las excusas y las distracciones que me impiden vivir plenamente en tu amor. Que tu presencia en mi vida sea mi fuerza y mi guía en cada paso. Amén.
Acción
Hoy, identifica un hábito o actitud que limita tu relación con Cristo y, con la ayuda de Dios, toma una decisión concreta para dejarlo atrás. Dedica un momento a reflexionar y entregarlo en oración, pidiendo fortaleza para transformarlo en un paso hacia una vida más plena y en unión con Él. Escribe Ernesto: «A medida que te vayas adentrando en la vida del espíritu, que sientas en ti, en tu alma en gracia que habita el Espíritu Santo, tus acciones van a tener una luz nueva, un sentido más profundo. Y es que la gracia de Dios no anula el esfuerzo material humano, lo que hace es fortalecerlo, elevarlo, darle el sentido de llevar la presencia de Dios».
Día 4: Dedicar tiempo a la amistad con mis colegas
«Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte» (Francisco, Fratelli tutti, n. 87).
Reflexión
La alegría del Evangelio es un regalo transformador que llena el corazón y la vida de quienes se encuentran con Jesús. Esta alegría no solo nos libera del pecado y del vacío, sino que también renueva nuestras relaciones y nos impulsa a compartirla con todos, también con nuestros colegas. Evangelizar con alegría, incluso en tiempos difíciles, es sembrar esperanza y amor en el mundo que nos rodea.
Oración
Señor Jesús, gracias por la alegría que nace de tu encuentro. Ayúdame a vivir en esa alegría, para que mi testimonio inspire y transforme las relaciones con quienes me rodean. Que mis palabras y acciones sean siempre un reflejo de tu amor y esperanza. Amén.
Acción
Hoy, busca un momento para compartir la alegría del Evangelio con alguien cercano, quizás un compañero de trabajo o amigo. Puede ser a través de un gesto amable, una conversación o simplemente mostrando gratitud y optimismo en tus interacciones. Que tu alegría sea un canal para transmitir el amor de Cristo. Escribe Ernesto: «Es muy importante estar pendiente y decir ¿Qué es lo que yo puedo dar? No estar calculando: ¿Qué es que dan los demás?, ¿qué podrían dar en relación a mí? Lo que cuenta es mi esfuerzo, mi generosidad y no tasar, apreciar o suponer el esfuerzo de los demás».
Día 5: La salud del cuerpo
«Hermanos y hermanas, el primer cuidado del que tenemos necesidad en la enfermedad es el de una cercanía llena de compasión y de ternura. Por eso, cuidar al enfermo significa, ante todo, cuidar sus relaciones, todas sus relaciones; con Dios, con los demás —familiares, amigos, personal sanitario—, con la creación y consigo mismo. ¿Es esto posible? Claro que es posible, y todos estamos llamados a comprometernos para que sea así. Fijémonos en la imagen del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37), en su capacidad para aminorar el paso y hacerse prójimo, en la actitud de ternura con que alivia las heridas del hermano que sufre». (Francisco, Mensaje para la XXXIII Jornada mundial del enfermo, 11 de febrero de 2024)
Reflexión
Jesucristo, médico de nuestras almas y cuerpos, nos muestra su poder sanador tanto en lo físico como en lo espiritual. Con su amor y misericordia, nos invita a buscar la curación integral a través de los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de los enfermos. Estos son instrumentos para experimentar la fuerza del Espíritu Santo, que continúa la obra de salvación y sanación en la Iglesia.
Oración
Señor Jesús, gracias por tu amor sanador que alivia nuestras almas y cuerpos. Ayúdame a acudir con humildad a los sacramentos que nos ofrecen tu gracia y salvación. Que tu Espíritu Santo renueve mi ser y me guíe hacia la verdadera salud y paz. Amén.
Acción
Hoy, reflexiona sobre tu salud espiritual y física. Considera acercarte al sacramento de la Penitencia si sientes la necesidad de sanar tu alma, o brinda apoyo y compañía a alguien enfermo, como signo del amor sanador de Cristo. Escribe Ernesto: «Por último no hay que olvidar el descanso; no se le puede pedir a ‘la máquina’ que dé más allá de su capacidad. Dormir bien y suficiente siempre. Baño caliente; paseo, caminar. [...] Y es que no se puede encender una vela por los dos lados, ‘lo mejor es enemigo de lo bueno’. Si se exagera en el esfuerzo y se va más allá de lo que la capacidad puede y debe dar, viene el surmenage, que se traduce por: desaliento, pesimismo, duda de lo que se está haciendo. Y sobre todo por un aumento de esfuerzo por hacer lo que se debe hacer».
Día 6: Entregar la vida para servir a los más necesitados
«Estamos llamados a identificarnos con el corazón de Dios, que es premuroso con las necesidades de sus hijos y especialmente de los más necesitados». «El amor cristiano supera cualquier barrera, acerca a los lejanos, reúne a los extraños, familiariza a los enemigos, atraviesa abismos humanamente insuperables, penetra en los rincones más ocultos de la sociedad. Por su naturaleza, el amor cristiano es profético, hace milagros, no tiene límites: es para lo imposible. Pues bien, una Iglesia que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino sólo hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que el mundo necesita hoy» (León XIV, Dilexi te, n.8 y n.120).
Reflexión
Servir a los más necesitados no se trata solo de cubrir sus carencias materiales, sino de reconocer y promover su dignidad plena como personas. Como nos recuerda san Juan Pablo II, este encuentro entre quienes tienen más posibilidades y los que están en la indigencia es una oportunidad de mutuo enriquecimiento, donde el amor y la solidaridad se convierten en puentes que nos acercan más a Cristo.
Oración
Señor, enséñame a ver tu rostro en los más necesitados. Ayúdame a servir con humildad y amor, promoviendo la dignidad de cada persona que pones en mi camino. Que mi vida sea un testimonio de tu misericordia y bondad. Amén.
Acción
Hoy, puedes buscar una forma concreta de servir a alguien en necesidad. Puede ser donando alimentos, ayudando a alguien cercano con una tarea difícil o simplemente ofreciendo tu tiempo y atención a quien lo requiera. Hazlo con gratitud, sabiendo que en cada acto de servicio estás honrando a Cristo. Escribe Ernesto a un colega médico: «Y tú solito, igual a los otros compañeros de blusa blanca, irás pasando por las camitas de tus enfermitos y, sin darte cuenta, serás como rocío bienhechor que refresca sus cuerpecitos golpeados por la enfermedad, destruidos por el hambre ‘la enfermedad del hambre’ ¡que nos debe doler! Ves amigo mío cuánto bien te hará la oración: cuando pidas al Espíritu Santo que te ilumine y que, a través del instrumento que tú eres lleve el consuelo de Dios. Tienes —estás en camino de tener— una profesión magnífica, hermosa, digna, que estás en posibilidad de elevar muchísimo en lo espiritual. —Y entonces el agobio, el cansancio, toma otro camino: ¡sube como flecha hasta Dios!».
Día 7: Organizar mi tiempo para cuidar la vida de los demás
«Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y cómo somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien pronto de que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse sólo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos». (Benedicto XVI, Homilía en la XX Jornada Mundial de la Juventud, 21 de agosto de 2005).
Reflexión
Cuando vivimos en comunión con Cristo, nuestros ojos se abren a las necesidades del prójimo. La verdadera belleza no está en buscar comodidades, sino en servir a los demás por amor a Dios. Comprometerse con un mundo mejor es una respuesta al llamado de nuestra fe. Con amor y testimonio, podemos guiar a otros hacia la esperanza.
Oración
Señor, enséñame a administrar mi tiempo con sabiduría, para que pueda atender las necesidades de quienes me rodean. Ayúdame a vivir con generosidad y a contribuir, desde mi lugar, a construir un mundo más solidario y lleno de esperanza. Que mi vida sea un reflejo de tu amor. Amén.
Acción
Dedica un tiempo hoy para identificar cómo puedes organizar tu agenda para atender mejor a las necesidades de tu familia o comunidad. Pidiendo luces al Espíritu Santo, prioriza un acto concreto de servicio, como ayudar a un familiar, apoyar una causa local, o educar a otros sobre la importancia de un estilo de vida que respete el bien personal y colectivo. Escribe Ernesto a un pariente que estudiaba medicina: «Guatemala, 10 de abril de 1987. Mi querido Federico: Recibí tu carta llena de detalles que me agradaron, al darme una idea precisa de cómo estás organizando tu vida en esa (ciudad); estudia y practica fuerte, sin descuidar tu formación; que es fundamental para el buen objetivo de tu profesión».
Día 8: Ejercer la maternidad y la paternidad
«En el hombre y en la mujer, la paternidad y la maternidad, como el cuerpo y como el amor, no se pueden reducir a lo biológico» (Benedicto XVI, Apertura de la asamblea eclesial de la diócesis de Roma, 6 de junio de 2005).
Reflexión
El verdadero sentido de la paternidad y la maternidad trasciende lo biológico: es un llamado al amor y a la entrega. Marido y mujer, unidos en Cristo, ven en los huérfanos una oportunidad de dar su cariño y protección. Ser padres es acoger, guiar y ofrecer un hogar donde reine el amor. En cada corazón dispuesto, Dios siembra la misión de cuidar a los más vulnerables.
Oración
Señor, escucha el grito de los niños que se sienten solos y abandonados. Llena sus corazones de esperanza y amor, y mueve los nuestros para actuar con solidaridad y compromiso. Ayúdanos a ser instrumentos de tu misericordia, para que cada niño pueda sentir el calor de una familia y la certeza de que nunca lo olvidas. Amén.
Acción
Hoy, puedes informarte sobre alguna organización local que trabaje en apoyo a los niños abandonados o marginados. Considera cómo puedes contribuir, ya sea a través de voluntariado, donaciones o simplemente difundiendo su misión. Que tu ayuda sea una muestra del amor de Dios hacia los más vulnerables. En el Decreto de Virtudes Heroicas de Ernesto se lee: «A lo largo de su vida, el Siervo de Dios alcanzó un reconocido prestigio profesional. Desplegó una constante labor de asistencia a familias pobres, niños desnutridos y campesinos. Fundó un sanatorio para niños pobres y un centro médico rural. Fue director de Cáritas de Guatemala, delegado de la Sociedad Protectora del Niño y gerente de la Asociación de Comedores y Guarderías Infantiles».
Día 9: Para tener vida y cuidar la vida, alimentarse de la Eucaristía
«Diariamente, como es de desear, los fieles en gran número participen activamente en el sacrificio de la Misa y se alimenten pura y santamente con la sagrada Comunión, y den gracias a Cristo Nuestro Señor por tan gran don» (san Pablo VI, Mysterium fidei, 3 de septiembre de 1965).
Reflexión
La Eucaristía es el encuentro vivo con el amor y la misericordia de Cristo. Al participar de este sacrificio, somos renovados en cuerpo, mente y espíritu, abriéndonos a una vida nueva gracias a la Resurrección. La acción del Espíritu Santo nos transforma y nos conecta profundamente con Dios y con nuestros hermanos, dándonos fuerza y propósito para cuidar nuestra vida y la de los demás.
Oración
Señor Jesús, gracias por el don de la Eucaristía, donde puedo encontrar tu amor y misericordia. Ayúdame a recibirte con un corazón dispuesto a ser transformado y renovado. Que tu presencia me impulse a cuidar mi vida y a ser un instrumento de amor y esperanza para quienes me rodean. Amén.
Acción
Hoy, participa en la celebración de la Eucaristía o dedica un tiempo a la adoración al Santísimo. Reflexiona sobre cómo este encuentro con Jesús puede renovarte para vivir con mayor entrega y dedicación hacia los demás. Lleva esa renovación a un acto concreto, como ofrecer ayuda o una palabra de ánimo a alguien que lo necesite. Ernesto recordaba así una participación suya en la Misa, en circunstancias especialmente difíciles. «Allí llegué: estaba solo como fiel asistente a la misa; las lágrimas brotaban de mis ojos a raudales y bañaban mi rostro. Ponían como un velo a mi mirada. Pero aun así —a través de ellas— contemplé en el altar un Cristo Crucificado, de tamaño natural. Parecía querer desprenderse de la Cruz, a la que estaba cosido, para ofrecerme su pecho; y en él la llaga de la lanza como brindándome un refugio... Poco a poco las lágrimas, que no cesaban de brotar, fueron haciéndose más refrescantes y la prensa de acero que oprimía mi corazón se fue aflojando. Cuando llegué a recibir el Cuerpo de Nuestro Señor, ya estaba más calmado, la confianza comenzaba a aparecer, sentí que el Señor no me abandonaría (nunca). Y así fue».
Rezar por intercesión del doctor Ernesto Cofiño
Esta es la oración para pedir favores a Dios a través de la intercesión del venerable Ernesto Cofiño.
Oración
Dios Padre, fuente de todo bien, que llenaste de gracias a tu hijo Ernesto, médico y padre de familia, para ser fiel servidor de la vida que en Ti comienza y sólo a Ti pertenece, y verdadero amigo de sus amigos, acercando a muchos a Ti: haz que yo sepa también proteger el don de la vida, cumplir con generosidad mis deberes de cada día y ser mejor amigo, por Amor a Jesucristo y a los demás.
Dígnate glorificar a tu siervo Ernesto y concédeme por su intercesión el favor que te pido... (pídase). Así sea.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII, declaramos que en nada se pretende prevenir el juicio de la Autoridad eclesiástica, y que esta oración no tiene finalidad alguna de culto público.
