
¿Entre Dios y yo?: Liturgia y sacramentos
La centralidad de Jesucristo en nuestra vida adquiere su sentido más pleno y real en la celebración litúrgica, cuando Dios se deja "rozar" por nosotros y nos trae el hoy de su salvación.
Evangelio del día y comentario: reflexión diaria sobre el evangelio del día para orar con la Palabra de Dios.
La centralidad de Jesucristo en nuestra vida adquiere su sentido más pleno y real en la celebración litúrgica, cuando Dios se deja "rozar" por nosotros y nos trae el hoy de su salvación.
Los ángeles aparecen como «espíritus destinados a un servicio» (Hb 1,14) que se puede resumir en dos acciones: alabar incesantemente a Dios y cuidar de los hombres, ejerciendo así una participación en la providencia salvífica de Dios.
La naturaleza tiene una finalidad y un orden interno propios –con sus leyes, ritmos y ciclos–. Este orden interno, la Moral, es como una «gramática» que debemos aprender y respetar si queremos relacionarnos adecuadamente con la naturaleza.
¿Qué tiene que ver la muerte y resurrección de Cristo con la plenitud de la vida que tanto deseamos? ¿Es la muerte el único límite al progreso?¿Por qué es tan decisiva la resurrección de Jesús? ¿En qué consiste un cielo nuevo y una tierra nueva?
¿Qué significa que con su muerte en la Cruz y con su Resurrección Cristo ha obtenido el perdón para todos los hombres? ¿A quién ha ofrecido su vida y por qué? ¿Qué significa que la muerte de Cristo es vida del mundo, que entrando en la muerte ha ganado para todos la vida? Cuatro imágenes nos ayudan a profundizar en el misterio.
¿Por qué existe el mal? ¿Qué sentido tiene el dolor? ¿Por qué Dios permite el mal? Estas son las preguntas que toda persona se hace en algún momento de la vida. Hacen referencia a uno de los grandes misterios del hombre.
En la Sagrada Escritura escuchamos la Palabra de Dios. Para ayudarnos a comprenderla, conviene conocer la tradición de la Iglesia y acudir al Espíritu Santo.
La diferencia entre creer o no en Jesucristo no consiste solo en entender sus palabras, sino en reconocer su divinidad y su humanidad, encontrarse realmente con él y reconocerle como camino, verdad y vida nuestra.
Si el pecado entró en la humanidad por un ejercicio equivocado de la libertad, el «hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38) que pronunció María abrió una nueva etapa en la Historia: el Hijo de Dios bajó a la tierra para entregar su vida en un acto supremo de libertad, por estar originado en el Amor.
Dios es un Padre amoroso que creó al hombre para alcanzar la felicidad. Pero el hombre desobedeció y se prefirió a sí mismo antes que al Amor de Dios.
El silencio es a menudo el «lugar» en el que Dios nos espera: para que logremos escucharle a Él, en vez de escuchar el ruido de nuestra propia voz.
La fe cristiana es una fe con Rostro, una fe que dice: no estás solo en el mundo… hay Alguien que ha querido que existas, que te ha dicho «¡vive!».