Evangelio del martes: el camino de Dios según la verdad

Comentario del martes de la 9.° semana del tiempo ordinario. “Sino que enseñas el camino de Dios según la verdad”. La vida cristiana es un continuo discernimiento entre la verdad y la mentira. Jesús, Camino, Verdad y Vida, se ofrece para hacer con nosotros el camino. Tomar su mano es abrirse a su palabra y seguir sus pasos.

Evangelio (Mc 12,13-17)

Le enviaron a algunos de los fariseos y de los herodianos para atraparle en alguna palabra. Acercándose, le dijeron:

—Maestro, sabemos que eres veraz y que no te dejas llevar por nadie, pues no haces acepción de personas, sino que enseñas el camino de Dios según la verdad. ¿Es lícito dar tributo al César, o no? ¿Pagamos o no pagamos?

Pero él, advirtiendo su hipocresía, les dijo:

—¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea.

Ellos se lo trajeron.

Y les dijo:

—¿De quién es esta imagen y esta inscripción?

—Del César —le contestaron ellos.

Jesús les dijo:

—Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Y se admiraban de él.


Comentario

El programa narrativo de los evangelios se construye en parte sobre el creciente endurecimiento de corazón de los que primero debían haber aceptado a Jesús. Vista con la perspectiva que nos da ser lectores y espectadores con una cierta distancia y recorrido, su actitud se nos antoja no solo necia sino hasta incomprensible. Sin embargo, ¿podemos decir, acaso, que nosotros no nos hemos comportado en ocasiones como ellos? Dice Pablo en su Carta a los Romanos: “a ellos pertenece la adopción de hijos y la gloria y la alianza y la legislación y el culto y las promesas” (Rm 9,4) ¿Cómo es posible que después de haber recibido tanto estén como ciegos ante las palabras y las obras de nuestro Señor?

Es constante de toda la Sagrada Escritura la afirmación de que, quien se cierra voluntaria y conscientemente a la verdad, al Evangelio, cae en manos de una fuerza de engaño que le lleva a creer en la mentira (Rm 11,8; 2Ts 2,11). La consecuencia es que la propia vida se construye sobre unos cimientos que no existen y con una meta errónea. La actitud de estos que se acercan a Jesús refleja bien esto. Hacen una alabanza hipócrita y, al mismo tiempo, una pregunta capciosa. ¡Qué contraste entre la verdad y la mentira!

“La verdad os hará libres” (Jn 8,32), “el que crea y sea bautizado se salvará” (Mc 16,16). Estas afirmaciones nos muestran el camino. De los que se acercan a Jesús en el evangelio de hoy se podría predicar la “impiedad e injusticia de los hombres que tienen aprisionada la verdad en la injusticia” (Rm 1,18). Pero al final la verdad siempre se impone y toda mentira será revelada como tal: “nada hay oculto que no vaya a ser descubierto” (Mt 10,26). Esa verdad es y será juicio para los que amaron la mentira y la injusticia. Aunque la verdadera actitud del corazón quede maquillada por cuestiones de palabras, Dios sabe lo que hay ahí de verdad. Y según eso se construye. Jesús nos muestra ese camino de Dios según la verdad, el camino que lleva a la vida: “hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obras y de verdad” (1Jn 3,18), como Jesús nos ha dicho y mostrado con su vida.

Juan Luis Caballero // Josh Nnezon - Unsplash