Ximena Valdivia: Los jóvenes y el amor al Papa

Ximena Valdivia es de Chiclayo. En los últimos meses participó de dos encuentros junto al Santo Padre. En este testimonio, relata la cercanía de León XIV con los jóvenes.

Ximena saluda al Santo Padre en la audiencia del 28 de julio donde recibió a jóvenes peruanos

Me llamo Ximena Valdivia Muro y vivo en Chiclayo. Desde muy joven he participado en el club Farolillo de Alcorce y, más adelante, en el Centro Cultural Sauces, donde recibí formación durante toda la secundaria.

En estos espacios de la Obra, aprendí el valor de la amistad, del acompañamiento y del servicio a los demás a través del apostolado. También descubrí la importancia de enseñar al que no sabe, en la catequesis que impartíamos con las jóvenes que asistían al Centro de Chiclayo; y, por supuesto del amor al Papa.

Actualmente estoy en el segundo año de la carrera de comunicación de la Universidad Internacional de Valencia y trabajo en Konecta como Analista de Diseño e-learning.

Reque: una propuesta inesperada

Con el paso de los años, me mudé a Reque, una localidad a 11 kilómetros de Chiclayo, donde comencé a integrarme en la vida parroquial. Me invitaron a participar en el grupo juvenil y a ser parte del equipo de preparación para la Confirmación. Un año después fui nombrada coordinadora del grupo juvenil, responsabilidad que asumí con gratitud y entusiasmo.

Durante la pandemia empecé a apoyar activamente en la Comisión Diocesana de Juventud de Chiclayo. Acompañaba a la coordinadora a diversas reuniones presenciales, cuando ya era posible retomarlas, lo cual facilitó conocer más de cerca a Monseñor Robert Prevost, hoy Papa León XIV. En diversas ocasiones acudimos a su oficina para contarle sobre el trabajo de la pastoral juvenil en la diócesis de Chiclayo.

Tras una reunión de la Asamblea Diocesana de Chiclayo con el entonces monseñor Prevost. A la derecha la coordinadora de la Comisión de Jóvenes de esa época.
Cada vez que requeríamos su apoyo para dirigir un mensaje al clero o respaldar alguna actividad... con los coordinadores tuvimos conversatorios en los que respondió con naturalidad y cercanía a nuestras preguntas.

Cada vez que requeríamos su apoyo para dirigir un mensaje al clero o respaldar alguna actividad, lo hacía sin dudar. Nunca se nos cerró una puerta. Respondía a nuestras solicitudes, dedicaba tiempo y, a través de su secretario, nos mantenía informados. Con los coordinadores tuvimos conversatorios en los que respondió con naturalidad y cercanía a nuestras preguntas.

Primer encuentro tras ser elegido León XIV

El 28 de julio de este año, en el marco de la apertura oficial del Jubileo de los Jóvenes, y coincidiendo con las Fiestas Patrias de Perú, una delegación de 105 peregrinos peruanos nos reunimos con el Papa León XIV. Tuve la suerte de estar en ese grupo y le obsequié una imagen de la Virgen nuestra Señora de la Paz de Chiclayo, confeccionada con hilos, elaborada por una prima mía.

Imagen de la virgen de la Paz que obsequiamos al Papa León

Ese día, el Papa León XIV nos recibió en una audiencia donde dijo: “No se olviden de que todo lo que aprendan deben transmitirlo a quienes no han podido estar aquí”. Escucharlo un 28 de julio, nuestra fiesta nacional, fue muy especial, porque conoce la realidad peruana y sabe la importancia de compartir lo recibido. Nos dijo: “felices Fiestas Patrias”, con una sonrisa que nos abrazó el alma.

Nos animó a que esta experiencia no se reduzca a un recuerdo. Por el contrario, sea siempre un impulso, para, inundar las tierras del Perú con la alegría y la fuerza del Evangelio. Siempre me llamó la atención su capacidad de “escuchar de verdad” y su interés genuino por lo que le compartíamos.

Lo que más me ha impresionado del Santo Padre es su sencillez, una característica que lo ha definido desde que era nuestro obispo en Chiclayo. También me conmueve cómo se mantiene a la vanguardia en el uso de las redes sociales para estar más cerca de todos y llegar a muchas personas.

Octubre 2025: International Youth Advisory Body

Cada encuentro es una experiencia de comunión, diversidad y fe compartida. Tengo la gran alegría de poder decir que entre nosotros ha surgido una auténtica amistad.

Desde el año 2024, fui designada para ser parte del International Youth Advisory Body (IYAB), un equipo consultivo de jóvenes del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Somos veinte jóvenes de diferentes partes del mundo, Cada encuentro es una experiencia de comunión, diversidad y fe compartida. Tengo la gran alegría de poder decir que entre nosotros ha surgido una auténtica amistad.

En el International Youth Advisory Body trabajamos temas relacionados con la realidad juvenil y estamos al servicio del Santo Padre. Él nos pide que todo lo aprendido lo compartamos en nuestras iglesias particulares y regiones, que trabajemos en sinodalidad y que salgamos a realizar la misión que Cristo nos ha encomendado.

Con parte de algunas integrantes del International Youth Advisory Body

En la última reunión del IYAB en octubre, en Roma, viví una anécdota muy especial. Antes de ingresar a la audiencia con el Santo Padre y, mientras esperábamos, empezamos a conversar sobre cómo lo saludaríamos: si sería apropiado besar su anillo, si debía hacerse o no, esas cosas que uno cree que tiene claras hasta que llega el momento y la emoción lo cambia todo.

Uno de los chicos preguntó si realmente era correcto hacerlo, y otra joven comentó que sí, que incluso se gana indulgencia. Entonces yo añadí: “Como en los centros del Opus Dei, que al besar la cruz del oratorio también se gana indulgencia.” Ella me miró sorprendida y respondió: “Así es, en la Obra siempre está esa cruz”. Y de pronto, casi al mismo tiempo, nos preguntamos: “¿Tú vas por un centro de la Obra?”

Fue muy gracioso cómo una conversación tan simple nos llevó a descubrir algo entre nosotras que desconocíamos la una de la otra. Ella me contó que, cuando vivía en Italia, asistía a actividades de formación, pero ahora, en su país actual, Dinamarca, aún no hay centro. Yo le conté que en Chiclayo también participo en la labor.

Fue un momento de muchísima alegría, de sentir cómo la fe nos une incluso viniendo de lugares tan distintos entre sí. Ese pequeño diálogo nos hizo reconocernos aún más como comunidad.

El Señor me ha dado tanto y por eso, mi mayor deseo es compartirlo con muchos jóvenes, para que sigamos trabajando para Él

El Señor me ha dado tanto y por eso, mi mayor deseo es compartirlo con muchos jóvenes, para que sigamos trabajando para Él y, como nos recordó el Santo Padre en el Jubileo de los Jóvenes en julio último, debemos procurar ser “sal de la tierra y luz del mundo”.

Ximena Valdivia Muro