Cualquiera está llamado a la santidad en el mundo actual, ¿Cómo ayudar a que este mensaje cale en los jóvenes de hoy?
Un buen ejemplo de que la llamada a la santidad puede ser entendida, empezando por los jóvenes, son las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). El Papa Francisco irá en enero a la JMJ en Panamá que tendrá lugar del 22 al 27 de enero del 2019. En estas JMJ vemos a miles de jóvenes que van a que el Papa les hable de Dios, van a rezar, a que les abran nuevos horizontes. Porque a los millenials -me incluyo entre ellos- nos gusta que nos planteen cosas grandes y al mismo tiempo somos inconformistas: no estamos satisfechos con la primera respuesta que nos den o sacadas de un manual, siempre buscamos el por qué. Por tanto, saber que Dios nos llama a ser santos y nos quiere así como somos y en nuestras circunstancias personales, es un gran planteamiento de vida que puede ser seguido, teniendo en cuenta el modo de ser de las generaciones de hoy, que no es el de hace veinte o treinta años.
La misericordia de Dios y el sacramento de la confesión son una constante en el pontificado del Papa Francisco, ¿Cómo atraer a la práctica de este sacramento?
Al Papa le gusta comentar el pasaje de la mujer adúltera, aquella mujer que los fariseos presentan ante Jesús para que les diga si la apedrean o no, como mandaba la ley. El Señor salva a aquella mujer de las garras de los fariseos y no permite que la maten, porque su amor es más grande que el pecado, por eso le dice: "Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más" (Juan 8, 11). Si los cristianos aprendemos a perdonar y a comprender a las personas -en lugar de tirar la primera piedra-, será más fácil llevarlas al sacramento de la Confesión, haciéndoles ver que Dios no nos juzga, sino que más bien nos perdona porque nos ama.
¿Cómo un cristiano corriente puede tener a diario una experiencia de Jesucristo en el mundo actual?
Tanto el Papa Francisco como el Prelado del Opus Dei hablan de la necesidad de seguir a Jesucristo, de lo contrario, la Iglesia se convierte en una ONG, una institución humana con fines buenos y con un conjunto de reglas que deben ser observadas. Ambos insisten en conocer a Jesús. En primer lugar, leyendo los Evangelios, de hecho, el Papa suele repartir miles de ejemplares en la Plaza de San Pedro. A través de ellos conocemos cómo es, qué le gusta, qué le disgusta, cómo ama y cómo perdona. Todos esos rasgos los podemos imitar y aplicar en nuestras vidas, con nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo. Así sabremos llevar a Cristo a todas partes siendo personas muy normales y de nuestro tiempo.