1. El 26 de junio de hace 50 años, el fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá, concluía su camino terrenal. ¿Cuál es la actualidad de su mensaje?
El mensaje de san Josemaría conserva hoy una fuerza particular: la llamada universal a la santidad en el trabajo, al servicio de la sociedad y en la familia, pequeña Iglesia doméstica, como le gustaba decir a san Pablo VI. En un mundo que tiende a separar lo sagrado de lo cotidiano, su propuesta sigue siendo radical y profundamente cristiana: todo trabajo, todo compromiso familiar, cada pequeña alegría o sufrimiento vividos con amor se convierten en ocasión de encuentro con Dios. Este llamado a santificar el tiempo presente, con realismo y esperanza, es más actual que nunca.
2. El reciente Congreso general, evento de relevancia para el Opus Dei, coincidió con los días en que la Iglesia conoció al nuevo papa. ¿Qué reflexiones le ha sugerido esta coincidencia de eventos?
Por un lado, era patente el dolor por la muerte del papa Francisco. Por otro lado, el sentimiento de espera que nos unió con toda la Iglesia en oración y disponibilidad. Esta coincidencia nos recordó cómo nuestra identidad laical está profundamente enraizada en la Iglesia, nuestra Madre. La elección de un nuevo papa es siempre un momento de gracia y responsabilidad, una invitación a que cada uno renueve la fidelidad a Cristo a través del sucesor de Pedro. Me impresionó la alegría de tanta gente apenas se vislumbró la fumata blanca, una hora antes de conocerse la identidad del papa: la fiesta de tener ya un padre común, sea quien sea.
3. Pocos días después de la elección del papa, usted fue recibido en audiencia por León XIV. ¿Puede contarnos algo de ese diálogo?
Fue un gesto de paternidad, durante el cual el papa manifestó su cercanía y su afecto, como verdadero padre común en la Iglesia. El Santo Padre, entre otras cosas, pidió información sobre el actual estudio de los Estatutos de la Prelatura. León XIV escuchó con gran interés las explicaciones. Luego hizo referencia a las festividades marianas que coincidían con el día de su elección. En un clima familiar y de confianza, impartió su bendición a mí y a mons. Mariano Fazio (el vicario auxiliar del Opus Dei). Fue una alegría para todas las personas del Opus Dei.
4. Las primeras semanas con León XIV nos están revelando un perfil humano y espiritual que la gran mayoría de la opinión pública no conocía. ¿Qué es lo que más le impresiona del papa?
Me impresiona su profundidad interior, su serenidad y, por así decirlo, su naturalidad. En un tiempo marcado a menudo por la prisa y el ruido, el Santo Padre parece custodiar un silencio lleno de Dios, que se refleja en su forma de hablar, de escuchar y de mirar: son algunas actitudes que le ayudan mucho en su deseo de unidad. En él se percibe una fe firme y vivida, capaz de generar esperanza, y un sentido de misericordia hacia cada persona, como también relatan muchos testimonios de Chiclayo, la diócesis de Perú donde fue obispo hasta que el papa Francisco lo llamó a trasladarse a Roma.
5. ¿Qué compromisos futuros surgieron para la Obra durante los trabajos del Congreso?
El Congreso respetó el luto que afectó a toda la Iglesia con la muerte del papa Francisco. Por eso, los trabajos fueron más breves de lo previsto. De todos modos, se nombraron los miembros del Consejo General y de la Asesoría Central (como está previsto en estos congresos) y, más allá del Congreso en sí, hubo un intercambio entre las personas venidas a Roma de todo el mundo sobre las reflexiones llegadas de todas las naciones donde está presente la Obra, gracias a las asambleas celebradas en 2024, que contaron con la participación atenta y, diría, entusiasta de miles de personas. De estas asambleas surgió una gran unidad de propósitos en el compromiso de evangelización en el mundo del trabajo y un verdadero amor por la Iglesia. Entre otras sugerencias, se habló mucho del apostolado del “primer anuncio” cristiano, cada vez más necesario en un mundo aparentemente más secularizado, pero en el cual se descubre una gran sed de Dios. San Josemaría definía la Obra como una “gran catequesis” en medio del mundo, en la vida ordinaria: a él le pedimos luces para saber llevarla adelante con alegría y generosidad en las circunstancias actuales.
Luego, los miembros del Congreso también dieron una opinión positiva para que el prelado, con sus nuevos consejos, enviara a la Santa Sede la propuesta de los Estatutos que considerara más oportuna, teniendo en cuenta todas las sugerencias ya recibidas del Congreso de 2023 y de la consulta previa a todos los miembros del Opus Dei. Y así se hizo: una vez elegido el papa León, el pasado 11 de junio presenté la propuesta al Dicasterio del Clero. El siguiente paso está ahora en manos de las autoridades de la Sede Apostólica.
6. En 2028 celebrarán los cien años desde la fundación. ¿Cómo está cambiando el Opus Dei?
La Obra está llamada a cambiar en fidelidad a su carisma. Cambian los contextos culturales y sociales, y cambian las personas (que son quienes encarnan el mensaje en cada época), pero la esencia permanece: ayudar a cada persona a descubrir que Dios la llama precisamente allí donde se encuentra. Los cambios que estamos viviendo –también en el proceso de ajuste de los Estatutos– son un impulso para custodiar lo esencial. Deseamos ser cada vez más una ayuda verdadera, cercana y humilde para todos en la Iglesia y en la sociedad.
7. ¿Qué está aprendiendo la Obra del proceso de revisión de los Estatutos iniciado por el papa Francisco?
La escucha, con espíritu filial y verdadera disponibilidad, ha caracterizado estos años de trabajo, custodiando el tesoro que nos dejó san Josemaría y mirando hacia adelante. El papa Francisco nos ha invitado a un camino de renovación, que también reclama paciencia y profundidad. Revisar los Estatutos no es solo un ejercicio jurídico, sino también espiritual: nos ayuda a preguntarnos qué es lo que realmente importa, qué sirve mejor a las personas y a la misión. Es una oportunidad para vivir más profundamente la esencia evangélica del carisma.
8. ¿Qué encuentra hoy un joven en el camino de fe propuesto por el Opus Dei?
La posibilidad de descubrir que la vida ordinaria, con sus esfuerzos y bellezas, puede ser un camino seguro que nos lleva a Dios. También encuentran acompañamiento, un diálogo sincero en la amistad, un clima familiar y una propuesta de santidad que no está reservada a pocos “héroes”, sino que es para todos. Una invitación, como decía san Josemaría, a ser “cristianos llenos de optimismo y empuje, capaces de vivir en el mundo su aventura divina”, y de este modo hacer el bien y mejorar la sociedad que los rodea. En medio de las incertidumbres de nuestro tiempo, muchos jóvenes desean autenticidad, y el Evangelio –vivido en lo cotidiano– responde profundamente a esta sed.