Durante la homilía, Monseñor José Luis López-Jurado, Vicario Regional del Opus Dei en el Perú, comentó que la fiesta de San Josemaría nos recuerda una vez más el mensaje que Dios ha querido recordar a los hombres: la llamada universal a la santidad; que Dios ha hecho divinos todos los caminos humanos de la tierra.
"San Josemaría -dijo Mons. López-Jurado- vivió heroicamente las virtudes porque día tras día, en lo grande y en lo pequeño, en lo ordinario y en lo extraordinario, correspondió libre y voluntariamente a la gracia de Dios, sin poner rémora a la actuación del Espíritu Santo. Esa plena docilidad al Paráclito, como el barro en manos del alfarero -así le gustaba decir, con palabras de la Sagrada Escritura-, constituye la condición esencial e irrenunciable de la santidad, que Dios pone al alcance de todos".
El Vicario Regional recordó unas palabras pronunciadas por el entonces Cardenal Ratzinger en la canonización de San Josemaría Escrivá: "Ser santo no comporta ser superior a los demás; por el contrario, el santo puede ser muy débil, y contar con numerosos errores en su vida. La santidad es el contacto profundo con Dios: es hacerse amigo de Dios, dejar obrar al Otro, el Único que puede hacer realmente que este mundo sea bueno y feliz. Cuando Josemaría Escrivá habla de que todos los hombres estamos llamados a ser santos, me parece que en el fondo está refiriéndose a su personal experiencia, porque nunca hizo por sí mismo cosas increíbles, sino que se limitó a dejar obrar a Dios".
Finalmente Mons. López-Jurado advirtió frente a lo que San Josemaría llamaba la mística ojalatera: "suele invocarse con un ojalá y tiene menos valor que la hojalata. ¡Ojalá no me hubiera casado, ojalá no tuviera esta profesión, ojalá tuviera más salud, ojalá fuera joven, ojalá fuera viejo!... Contra este peligro, nos aconsejaba: dejaos, pues, de sueños, de falsos idealismos, de fantasías (...) y ateneos, en cambio, sobriamente, a la realidad más material e inmediata, que es donde está el Señor. Es preciso vivir el presente".
Cabe recordar que durante su estancia en el Perú en 1974, san Josemaría visitó la Catedral de Lima donde rezó frente a la capilla del Santísimo. Actualmente un cuadro hecho por el pintor mexicano Arturo Guerrero recuerda esa visita. En una reunión con numerosas familias pidió "Que sembréis la paz y la alegría por todos lados; que no digáis ninguna palabra molesta para nadie; que sepáis ir del brazo de los que no piensan como vosotros. Que no os maltratéis jamás; que seáis hermanos de todas las criaturas, sembradores de paz y alegría".