Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
La memoria litúrgica de los padres de la Santísima Virgen –san Joaquín y santa Ana–, que celebraremos el próximo día 26, me lleva a dar gracias al Señor por la realidad de que la Obra es verdadera familia. Como escribía san Josemaría: «Todos los que pertenecemos al Opus Dei, hijos míos, formamos un solo hogar: la razón de que constituyamos una sola familia no se basa en la materialidad de convivir bajo un mismo techo. Como los primeros cristianos, somos cor unum et anima una (Hch 4,32) y nadie en la Obra podrá sentir jamás la amargura de la indiferencia» (Carta 11, n. 23).
Gracias a Dios, no queremos que nadie en el Opus Dei sienta esa amargura de la indiferencia. Por eso procuramos evitar que la diversidad de caracteres, de horarios de trabajo o las muy diversas circunstancias de la vida ordinaria puedan llevar, en alguna ocasión, a una cierta indiferencia práctica hacia los demás. Para que todos vivamos con un solo corazón y una sola alma, es esencial que cualquier cosa de nuestros hermanos sea, de verdad, muy nuestra. No dudemos en acudir al Señor para que nos dé un corazón como el suyo, capaz de ensancharse «en un crescendo de cariño que supera todas las barreras» (Via Crucis, VIII Estación, n. 5). Al meditar cómo Cristo murió por nosotros, reconocemos un amor que no entiende de condicionales y que lleva a dar también la propia vida por nuestros hermanos. Como recordaba el Papa León XIV recientemente: «Jesús es la revelación del verdadero amor hacia Dios y hacia el hombre. Amor que se da y no posee, amor que perdona y no exige, amor que socorre y nunca abandona» (León XIV, Ángelus, 13-VII-2025).
En los próximos días comenzará en Roma el Jubileo de los jóvenes. Recemos para que esos días supongan un momento fuerte en la vida de los participantes, un verdadero encuentro con Cristo vivo: él es la esperanza que no defrauda (cfr. Rm 5,5), el único capaz de saciar nuestros anhelos de felicidad.
Sigamos rezando también por el trabajo de los Estatutos, que –como os anuncié– están siendo revisados por la Santa Sede.
Con todo cariño, os bendice
vuestro Padre

Pamplona, 21 de julio de 2025