Jubileo 2025: fe que une generaciones

En el Centro Cultural Carel queríamos sumarnos al Jubileo de la esperanza convocado por el Papa Francisco.

Así, organizamos una jornada con amigas para profundizar en el mensaje central del jubileo de la esperanza en la bula “Spes non confundit” (la esperanza no defrauda). De allí nació el sueño de ayudar a los abuelitos del Asilo de Ancianos Santa Teresa Jornet de Piura (Perú) a ganar la indulgencia plenaria del Año Jubilar.

Lilian, agregada del Opus Dei, junto con Alyson, estudiante de veterinaria, acudieron a conversar con la Madre Superiora del asilo, quien acogió con entusiasmo la iniciativa y veló para que los abuelitos pudieran recibir el sacramento de la confesión y estuvieran listos para lucrar la indulgencia. Por nuestra parte, también nos preparamos para ganar la indulgencia con esta obra de misericordia.

Así, el Domingo de Resurrección, un grupo de 15 voluntarias trasladamos a 18 abuelitos a la Catedral de Piura para que cruzaran la Puerta Santa y ganar la indulgencia. Queríamos ayudarlos a rezar uno a uno.

Grupo de abuelitos en la Puerta Santa de la Catedral de Piura
los actos más sencillos pueden tener un impacto mucho más profundo

Ese día resultó ser muy especial: junto a la alegría pascual se sumó esta que nos marcó profundamente. Como decía Alyson: “Verlos participar con tanta fe y esperanza, pedir por sus familiares y por ellos mismos, deseando una vida plena y llena de paz, me conmovió muchísimo”. (..) “Fue un momento de verdadera conexión humana, de entrega y de amor. Fue la primera vez que pude ayudar de una manera tan significativa a personas que, aunque no conocía, me regalaron un gesto de cariño y gratitud que no olvidaré. Este día me llenó el alma y me dejó una enseñanza muy grande: los actos más sencillos pueden tener un impacto mucho más profundo. Me hizo pensar en lo valioso que es dedicar tiempo a quienes más lo necesitan”.

Lilian y Johana (a los extremos)
Lilian y Johana (a los extremos)

Para Lilian también supuso un cambio interior: “Al contarle a la abuelita con la que estuve cerca el regalo de la Iglesia en este Año Jubilar, ella quiso ganar indulgencia para sus padres, su tío, su hermano y para ella misma. Se quedó con la ilusión de regresar en otra oportunidad. Esto sembró en mí el deseo de ir con más frecuencia a los templos jubilares, contagiarlo a mis amigas y compartir con cada miembro de mi familia esta alegría de ganarnos el cielo”.

Najhomy Carrasco (en medio)

Alfredo y Jorge son dos de los abuelitos a quienes Najhomy, joven profesional, ayudó a rezar y nos lo cuenta así: “Con sus vocecitas temblorosas, pero llenas de fe y esperanza, nos unimos en oración por las intenciones de nuestro querido Papa, rezamos un Padrenuestro, un Ave María y el Credo. Vivimos un momento que, sin saberlo, se transformaría en una experiencia profundamente espiritual. Horas después, desperté con la noticia de que Dios había llamado a nuestro Santo Padre a su casa. Ahora, al recordarlo, siento que nuestras oraciones fueron una despedida silenciosa llena de amor. Me quedo con el corazón conmovido, agradecido, y con una paz serena que solo puede venir de Dios. Sé que nuestro Papa Francisco sintió nuestro cariño manifestado en lo más pequeño: voces temblorosas recitando palabras sencillas pero llenas de una fe profunda de unos abuelitos que rezaban por él sin saber que lo estaban acompañando en su último tramo hacia el cielo”.

Susana Raggio