Historia de un sí en seis meses

El aniversario de bodas es una fecha especial en un matrimonio. Cumplir cincuenta años, con mayor razón. Así lo recuerda Carlo Cavassa Salazar en el siguiente testimonio sobre sus padres, Mary y Pepe.

Mary y Pepe con toda la familia en Ávila.
Dicen que el amor a primera vista no existe. Pues yo no sé si existe o no, lo que puedo confirmar es un tremendo “flechazo” cuando mi papá, vio por primera vez a esa chica del área legal de una conocida empresa de esos años, en la que él era un ejecutivo de producción.

Dicen que el amor a primera vista no existe. Pues yo no sé si existe o no, lo que puedo confirmar es un tremendo “flechazo” cuando mi papá, vio por primera vez a esa chica del área legal de una conocida empresa de esos años, en la que él era un ejecutivo de producción. Pues hace ya más de cincuenta años de ese momento. De hecho 50 años y 6 meses. ¡Sí! En 6 meses se casaron mis padres, Mary y Pepe.

Viendo ahora las cosas con la perspectiva que dan cincuenta años, mi madre, abogada, tuvo la valentía, desprendimiento y un amor grande de hacer a un lado su profesión para ayudar en la crianza de sus hijos. De eso no tenemos, mis hermanos y yo, suficientes palabras de agradecimiento porque ha sido un tremendo valor para nosotros que nos acompañara a cada uno en nuestro crecimiento. Decisión conjunta con mi padre, por supuesto. Él ha dedicado todo su profesionalismo para sacar adelante a mi familia con un trabajo esforzado y siempre bien hecho: con una disciplina y orden inquebrantables, que hasta el día de hoy sigue poniendo en práctica.

Romería con toda la familia al Santuario de Sonsoles (cerca a Ávila) recordando la que hizo san Josemaría en 1935.

Mis padres cumplieron el último 20 de mayo sus primeros 50 años de matrimonio, que pudimos celebrar juntos en Madrid, España. Una etapa que se inició en la parroquia de los Carmelitas (Miraflores) y celebrada por el padre Armando Subauste. Un año más tarde, llegaría mi hermano Claudio; luego de 2 años mis hermanos gemelos Marcelo y Patricio; y 5 años más tarde llegaría yo. Aunque mis padres siempre quisieron tener más hijos —por muchos años recuerdo que decían que yo era el “menor” y no el “último”—, Dios hizo su Voluntad.

Años más tarde irían llegando sus 3 hijas políticas: Fiorella, Gaby y Ximena. Fruto de nuestros matrimonios, mis papás gozan hoy de veinte tesoros de nietos, quienes admiran y quieren mucho a sus abuelos. Así lo decía Santiago, el nieto mayor hombre, al recordar grandes virtudes de los abuelos que ellos “ven” y que les sirven como ejemplo a seguir.

Luego de la Santa Misa celebrada por el cardenal Juan Luis Cipriani el 20 de mayo, en la capilla del colegio Retamar de Madrid
Qué amor tan grande en lo cotidiano, con detalles infinitos de vivir uno para el otro, con comentarios de aprecio y valoración. Con sus personalidades tan distintas, pero esforzándose cada momento por hacerlas siempre “una”. Mis hermanos y yo, hemos sido fieles testigos de ese enamorarse una y otra vez cada día.

Y es que es verdad: ¡Cómo se quieren mis papás! Qué amor tan grande en lo cotidiano, con detalles infinitos de vivir uno para el otro, con comentarios de aprecio y valoración. Con sus personalidades tan distintas, pero esforzándose cada momento por hacerlas siempre “una”. Mis hermanos y yo, hemos sido fieles testigos de ese enamorarse una y otra vez cada día.

Mis padres conocieron el Opus Dei a inicios de los años 80 cuando mis tíos, Alfredo y Silvia Cavassa, los invitaron a participar en los cursos de orientación familiar que organizaba COFAM. Poco tiempo después, ambos empezaron a participar en los medios de formación de la Obra y con menos de un año de diferencia, cada uno pediría la admisión como supernumerario del Opus Dei.

Hemos podido ver, desde pequeños, lo que es un hogar “luminoso y alegre”, como quería san Josemaría que fueran los hogares de sus hijos. Además, de seguir participando y ayudando en los cursos de orientación familiar, pronto se involucraron en el inicio de los colegios Alpamayo y Salcantay y apoyaron el inicio de otros colegios promovidos por fieles de la Obra en otras ciudades. Además, mi papá participó activamente en el Consejo de Dirección del PAD y en su asociación de exalumnos durante varios años. Mi mamá promovió con otras amigas el Instituto Interamericano de la Mujer.

Mary y Pepe con sus 20 nietos iniciando las celebraciones de las bodas de oro matrimoniales.
Mis papás han demostrado que el amor se trabaja cada día, sabiendo que no todos los días serán maravillosos, pero convencidos que todo vale la pena y es Voluntad de Dios.

Mis papás han demostrado que el amor se trabaja cada día, sabiendo que no todos los días serán maravillosos, pero convencidos que todo vale la pena y es Voluntad de Dios. A mi papá siempre le ha gustado decirnos ante situaciones inesperadas o tal vez contrarias a nuestro deseo: Omnia in bonum (“todo es para bien”). Y es que la prioridad de mis padres siempre ha sido estar unidos a Dios, sabiendo que Él es el “Capitán” del barco.

Cada día nos han demostrado, lo mucho que se debe trabajar el amor, construyendo una relación basada en virtudes como confianza, servicio, sacrificio, generosidad, detalles, y mucho más. Estamos convencidos de que un matrimonio feliz y cristiano sí se puede. La clave nos la han enseñado ellos: No arrebatarle el timón al “Capitán”, pues cuando las tempestades lleguen, que llegarán, será siempre mejor que sea Él, Dios, el que esté al frente. Mis padres cumplen 50 años y no tenemos más que decirles a ellos y a Dios: ¡Gracias!

Carlo Cavassa Salazar