Desde hace dos años, Manuel administra la agencia del banco en Yauyucan, una población de la provincia de Santa Cruz, Cajamarca, al noreste de la capital del Perú, Lima.
Durante la emergencia sanitaria por el COVID-19, Manuel tuvo a su cargo, no sólo la atención en ventanilla en la agencia sino también ordenar a la población para que respete el distanciamiento social y así evite el contagio del coronavirus.
Uno de los compañeros de Manuel en la agencia, era una persona que pertenece a la población vulnerable, por lo que el banco lo obligó a estar en cuarentena y la comprensible ausencia a su centro de labores.
El trabajo de Manuel entonces se triplicó. La agencia abría a las ocho y media de la mañana y aunque la atención al público era hasta las cinco y media de la tarde, se quedaba hasta más tarde. Junto a la atención de la población de Yauyucan, atendía a las localidades de Tongod y de Andabamba.
A cada uno de los clientes del banco y a los familiares que los acompañaban, Manuel buscaba dar una atención con cariño, delicadeza y alegría, con auténtico espíritu de servicio, como nos ha pedido el Padre, en su carta del 1 de abril último. Estas personas –comenta Manuel- reaccionaban dándole una bendición y pidiendo que Dios lo protegiera.
Por otro lado, Manuel también ha llevado alimentos a comunidades campesinas y ronderos de la zona. También ha facilitado a algunos sacerdotes de diferentes localidades de la región Cajamarca, el acceso a transacciones de depósitos a través de los canales alternos del Banco.
Al manejar dinero durante la pandemia, Manuel debía usar guantes. Su uso prolongado, le ocasionó una dermatitis aguda. Esa enfermedad, unida al estrés y a la falta de sueño perjudicaron su salud. Luego de algunas semanas de trabajo consiguió un permiso médico para recuperarse unos días.
“Nos criamos para servir, cuando servimos al semejante, servimos al Señor”
Manuel toma estas vivencias con sentido sobrenatural viendo la mano de Dios en todo. Hace poco, un gerente del banco le decía “Nos criamos para servir, cuando servimos al semejante, servimos al Señor”.
Manuel se quedó muy sorprendido pues no sólo le resultaban familiares esas expresiones en las enseñanzas de san Josemaría, sino que también se quedó pensando si ese gerente no tendría vocación al Opus Dei. Manuel se ha propuesto pedir por él y seguir al pie de la letra su buen consejo.