El Papa Francisco convocó al Jubileo de la esperanza en el 2025. Lo más llamativo del Año Santo es la apertura de Puertas Santas en todas las diócesis del mundo, para que todos tengan acceso a las indulgencias plenarias sin tener que peregrinar a Roma. A su vez, la Iglesia había convocado a distintos grupos a Roma a participar con el Papa, en el “Jubileo de los Jóvenes”, de los sacerdotes, de los obispos, de los deportistas, entre otros. Pero ¿Cuál es el sentido de un Jubileo? ¿solo ganar indulgencias plenarias? ¿En eso se centra el Año Jubilar? Pues no exactamente. En el Antiguo Testamento, el Año Jubilar “se proponía como la ocasión para restablecer la correcta relación con Dios, con las personas y con la creación…” En el año 1300, Bonifacio VIII convocó el primer Jubileo “porque es un tiempo en el que se experimenta que la santidad de Dios nos transforma”.

San Juan Pablo II proclamó el Gran Jubileo del año 2000 con la Bula "Incarnationis mysterium" (“El Misterio de la Encarnación”). Este Jubileo 2025 fue proclamado por Francisco con la Bula "Spes non confundit" (“La esperanza no defrauda”). Todos los Jubileos son una llamada, ¿a qué? A encontrarnos con Dios. ¿De quién? De Él mismo, a través del Papa. Entonces, el Jubileo es una llamada al encuentro con Dios, siendo Él, el más interesado en que respondamos.

En son de responder a esta llamada fue que me inscribí a participar del Jubileo de los Jóvenes. En ese momento consideré, basado en mi experiencia previa en la JMJ de Lisboa 2023, que era la mejor manera de ir a su encuentro. Me alegra decir que, luego de haber vivido la experiencia en Roma, puedo asegurar que la peregrinación de semana y media que hice junto con el grupo del Club Saeta fue lo que necesitaba para acercarme a Él. Supongo que haber sido una peregrinación, nos predispuso para un encuentro espiritual personal, ya que de por sí supone un viaje con cierto nivel de mortificación (cansancio, incomodidad, etc.), pero creo también que el incremento del tiempo de oración personal en esos días es lo que terminó volviendo fructífero a este viaje.
La Misa, comulgar, rezar el rosario, poder contar con un momento de oración y la visita al Santísimo, eran prácticas que se incorporaron durante esta peregrinación a Roma, cada día. Yo estoy seguro de que esto, sumado a las visitas a Iglesias, tumbas de santos, santuarios como el de Loreto, etc., fue clave para que nuestro grupo logre una renovación espiritual del Jubileo. Aunque también debo señalar que al inicio no todos tenían la misma disposición, con el descargo de que la mayoría de los integrantes rondamos los 15 años.

Sin embargo, yo creo que todos acabaron experimentando el mismo acercamiento a Dios que yo, aunque quien no lo sentiría si recibes la comunión por más de diez días. Podría mencionar más detalles acerca de nuestro viaje, como nuestra visita a la tumba del beato Carlo Acutis en Asís o la de san Josemaría en Roma, también podría mencionar todas las anécdotas de convivir una semana y media con trece personas, la mayoría adolescentes, pero me estaría saliendo del punto. No obstante, mencionaré nuestra experiencia en la vigilia con el Papa León XIV el sábado 2 de agosto.
el Jubileo no se trata de peregrinar a Roma. Se trata de “peregrinar” hacia Dios. Si para esto cruzas una Puerta Santa y ganas una indulgencia plenaria, bienvenido sea. Pero, es importante que no olvidemos el destino final, Él, que espera, a todos y cada uno, con ansias.
En otros testimonios, se menciona con asombro el silencio en la adoración eucarística con el Papa León XIV en un lugar con miles, si no es más de un millón, de personas como lo fue en Tor Vergata. Y si bien no se puede generalizar, fue esperanzador ver la disposición de todas esas personas, que pasaron casi todo un día bajo el sol abrasador de verano solo para estar con el Papa, pero más importante, con Jesús.
No hay que equivocarse, el Jubileo no se trata de peregrinar a Roma. Se trata de “peregrinar” hacia Dios. Si para esto cruzas una Puerta Santa y ganas una indulgencia plenaria, bienvenido sea. Pero, es importante que no olvidemos el destino final, Él, que espera, a todos y cada uno, con ansias.