La oración Benedicto XVI en el muro de las lamentaciones
“Dios de todos los tiempos,
en mi visita a Jerusalén, la Ciudad de la Paz,
morada espiritual para hebreos, cristianos y musulmanes,
llevo ante Ti los gozos, las esperanzas y las aspiraciones,
las angustias, los sufrimientos y las penas de todo Tu pueblo disperso por el mundo.
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,
escucha el grito de los afligidos, de los que tienen miedo, de los desesperados,
manda tu Paz sobre esta Tierra Santa, sobre Medio Oriente,
sobre la entera familia humana; ilumina el corazón de todos aquellos que invocan tu nombre a fin de que quieran caminar humildemente sobre el camino de la justicia y la piedad. Bueno es el Señor con el que espera en Él, con el alma que lo busca (Lam 3,25)”.
Benedicto XVI en Jerusalen. Visita a los dos Grandes Rabinos de Jerusalén Centro
Martes, 12 de mayo de 2009
Distinguidos rabinos,
Queridos amigos,
Estoy agradecido por la invitación que me han hecho para visitar Hechal Shlomo y a encontrarme con ustedes durante este viaje a Tierra Santa como obispo de Roma. Agradezco al rabino sefardí Shlomo Amar y al rabino Askenazi Yona Metzger por sus calurosas palabras de bienvenida y por el deseo expresado de continuar fortaleciendo los vínculos de amistad que la Iglesia Católica y el Gran Rabinato se han comprometido diligentemente a avanzar en el último decenio. Sus visitas al Vaticano en el 2003 y el 2005 son un signo de la buena voluntad que caracteriza nuestras crecientes relaciones.
Distinguidos rabinos, en reciprocidad ante tal actitud les manifiesto mi personal sentimiento de respeto y estima por ustedes y sus comunidades. Les aseguro mi deseo de profundizar la mutua comprensión y cooperación entre la Santa Sede, el Gran Rabinato de Israel y el pueblo judío en todo el mundo.
Un gran motivo de satisfacción para mí desde el inicio de mi pontificado ha sido el fruto producido por el diálogo en curso entre la delegación de la comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con los judíos y la delegación del Gran Rabinato de Israel para las Relaciones con la Iglesia Católica. Deseo agradecer a los miembros de ambas delegaciones por su dedicación y el fatigoso trabajo para perfeccionar esta iniciativa, tan deseada por mi venerado predecesor, el papa Juan Pablo II, como él mismo afirmó en el Gran Jubileo del año 2000.
Nuestro encuentro de hoy es una ocasión muy apropiada para agradecer al Omnipotente por las muchas bendiciones que han acompañado el diálogo conducido por la comisión bilateral, y por mirar con esperanza sus futuras sesiones. La buena voluntad de los delegados para discutir abierta y pacientemente no los solo los puntos de acuerdo, sino también los puntos de discordancia, ha allanado el camino para lograr una colaboración más efectiva en la vida pública. Judíos y cristianos están interesados por igual en asegurar el respeto por la sacralidad de la vida humana, la centralidad de la familia, una sólida educación de los jóvenes, la libertad de religión y de conciencia para una sociedad sana. Estos temas de diálogo representan solo la fase inicial de aquello que esperamos sea un sólido y progresivo camino hacia una mejorada comprensión recíproca.
Una indicación del potencial de esta serie de encuentros se ha rápidamente visto en nuestra preocupación compartida de frente al relativismo moral y a las ofensas que ello genera contra la dignidad de la persona humana. En el acercamiento a las más urgentes cuestiones éticas de nuestros días, nuestras dos comunidades se encuentran ante el desafío de comprometer a las personas de buena voluntad a nivel de la razón, añadiendo simultáneamente los fundamentos religiosos que mejor sostienen los perennes valores morales. Que pueda el diálogo que ha sido iniciado continuar generando ideas de cómo sea posible a los Cristianos y a los judíos trabajar juntos para aumentar la consideración de la sociedad por las contribuciones características de nuestras tradiciones religiosas y éticas. Aquí en Israel los cristianos, desde el momento en que constituyen solamente una pequeña parte de la población total, valoran de modo particular las oportunidades de diálogo con sus vecinos hebreos.
La confianza es, innegablemente, un elemento esencial para un diálogo efectivo. Hoy tengo la oportunidad de repetir que la Iglesia Católica está irrevocablemente comprometida en el camino decidido en el Concilio Vaticano II para una auténtica y duradera reconciliación entre cristianos y judíos. Como la Declaración Nostra Aetate ha aclarado, la Iglesia continúa a valorizar el común patrimonio espiritual a los Cristianos y Hebreos, y desea una cada vez más profunda y mutua comprensión y estima, tanto mediante los estudios bíblicos y teológicos, como mediante los diálogos fraternos. ¡Que los siete encuentros de la comisión bilateral que ya han tenido lugar entre la Santa Sede y el Gran Rabinato puedan constituir una prueba! Soy reconociente de su compartida afirmación que la amistad entre la Iglesia Católica y el Gran Rabinato continuará a crecer en el respeto y comprensión.
Amigos míos, expreso una vez más mi profunda consideración por la bienvenida que me han dirigido hoy. Que nuestra amistad se siga poniendo como ejemplo de confianza en el diálogo para los judíos y cristianos de todo el mundo. Mirando los resultados alcanzados hasta ahora, y extrayendo nuestra inspiración de las Sagradas Escrituras, que podamos apuntar con confianza a una siempre más convencida cooperación entre nuestras comunidades – junto con todas las personas de buena voluntad – en condenar el odio y la opresión en todo el mundo. Oro a Dios, que escruta nuestros corazones y conoce nuestros pensamientos (Sal 139,23), para que continúe iluminándonos con su sabiduría, y así podamos seguir sus mandamientos de amarlo con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas (cf. Dt 6,5) y amar al prójimo como a nosotros mismos (Lv 19,18).
¡Gracias!
Tel Aviv, Lunes 11 de mayo de 2009
Benedicto XVI llegó a las 11,00 hora local (10,00 hora italiana) al aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv (Israel) donde fue recibido por el presidente del Estado de Israel, Shimon Peres y por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, además de las autoridades civiles y políticas y los Ordinarios de Tierra Santa.
El Papa agradeció la bienvenida al Estado de Israel, "una tierra -dijo- que para muchos millones de creyentes en todo el mundo es santa; (...) una tierra santificada por los pasos de los patriarcas y los profetas, una tierra que los cristianos veneran especialmente porque fue el lugar de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. (...) Yo, como muchos otros antes, vengo a rezar en los santos lugares, a rezar en especial por la paz, paz aquí en Tierra Santa y en todo el mundo".
La Santa Sede y el Estado de Israel "comparten muchos valores, sobre todo el de dar a la religión el lugar que le corresponde en la vida de la sociedad. La justa ordenación de las relaciones sociales presupone y requiere el respeto de la libertad y la dignidad de todo ser humano que cristianos, musulmanes y judíos creen que ha sido creado por un Dios amoroso y que está destinado a la vida eterna. Cuando la dimensión religiosa de la persona se niega o margina, se tambalean las bases de la justa comprensión de los derechos humanos inalienables".
"Trágicamente, el pueblo judío ha sufrido las terribles consecuencias de las ideologías que niegan la dignidad fundamental de la persona. Es justo y adecuado que, durante mi estancia en Israel, tenga la oportunidad de rendir homenaje a la memoria de los seis millones de judíos víctimas de la Shoah y de rezar para que la humanidad no vuelva a ser testigo de un crimen de magnitud semejante. Tristemente, el antisemitismo sigue levantando su repugnante cabeza en muchas partes del mundo. Es absolutamente inaceptable. Hay que hacer todos los esfuerzos posibles para combatir el antisemitismo en cualquier lugar y para promover el respeto y la estima por los miembros de todo pueblo, tribu, lengua y nación del mundo".
"Durante mi estancia en Jerusalén -prosiguió el pontífice- tendré el placer de encontrar a muchos de sus líderes religiosos. Las tres religiones monoteístas comparten una veneración especial por esa ciudad santa. Espero fervientemente que todos los que peregrinan a los santos lugares accedan a ellos libremente y sin restricciones para tomar parte en las ceremonias religiosas y fomentar la digna conservación de los edificios de culto en los espacios sacros".
Benedicto XVI recordó que aunque el nombre Jerusalén signifique ciudad de paz, "es evidente que durante décadas la paz ha escapado trágicamente de los habitantes de esta tierra santa. Los ojos del mundo están fijos en los pueblos de esta región en su lucha por alcanzar una solución justa y duradera a los conflictos que han causado tantos sufrimientos. Las esperanzas de innumerables hombres, mujeres y niños en un futuro más seguro y estable dependen del resultado de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos".
"Unido a todas las personas de buena voluntad suplico a sus responsables que exploren todos los caminos posibles para resolver con justicia las dificultades pendientes de modo que ambos pueblos vivan en paz en su propia patria con fronteras seguras y reconocidas internacionalmente. A este respecto, espero y rezo para que se cree pronto un clima de mayor confianza que haga posible que las partes progresen realmente en el camino de la paz y la estabilidad".
El Santo Padre finalizó su discurso dirigiéndose a los católicos y recordó que presenciará en Nazaret la conclusión del Año de la Familia. "La familia -dijo- es la primera e indispensable maestra de paz y por lo tanto tiene un papel esencial para sanar las divisiones de la sociedad humana en todos los niveles".
"Hablo ahora a las comunidades cristianas de Tierra Santa: mediante vuestro testimonio fiel de aquel que predicó el perdón y la reconciliación, con vuestro compromiso de defender el carácter sacro de toda vida humana, podéis dar una contribución particular al fin de las hostilidades que han afligido durante tanto tiempo esta tierra. Rezo para que vuestra presencia continua en Israel y en los Territorios Palestinos sea fructuosa para promover la paz y el respeto mutuo entre los pueblos que viven en las tierras de la Biblia".
Finalizada la ceremonia el Papa se desplazó en helicóptero al helipuerto del Monte Scopus en Jerusalén, donde fue recibido por el alcalde Nir Barkat y desde allí se trasladó en automóvil a la delegación apostólica de Jerusalén para el almuerzo.
El Santo Padre realizará esta tarde una visita de cortesía al presidente del Estado de Israel, Shimon Peres, visitará el Memorial de "Yad Vashem" y se encontrará con los miembros de organizaciones para el diálogo interreligioso en el "Notre Dame of Jerusalem Centre".