Saliendo de Abancay, en dirección a Andahuaylas, se llega a este joven poblado, después de una hora y cuarenta minutos en camioneta, por una retorcida carretera de tierra afirmada. Allpa Chaca nació hace sólo 15 años, luego que algunas familias emigraran a las alturas, unas huyendo del terrorismo, y otras intentando buscar zonas de mejores posibilidades agrícolas o ganaderas.
El departamento de Apurímac (donde se encuentra Allpa Chaca) ocupa el puesto 23 en el Índice de Desarrollo Humano de los 24 que constituyen el Perú. La falta de electricidad y la lucha diaria por conseguir agua ambientan el panorama de esta pobre localidad, dedicada principalmente al cultivo de papa y crianza de animales para el autoconsumo. Pero lo que verdaderamente asombra de este paisaje es la alegría y la hospitalidad de la gente dentro de sus limitados recursos económicos.
Allá fuimos un grupo de estudiantes de distintas universidades de Lima para apoyar, como el mejor peón raso, en la construcción de la tan anhelada Capilla que ellos prefieren llamar Iglesia. Junto con los mismos moradores de Allpa Chaca, después de varias jornadas de trabajo a pico y lampa, conseguimos nivelar el piso del templo, ubicado en la pendiente de uno de los cerros del pueblo. Por ahora, el campanario, hecho de ladrillos de adobe subidos a lomo de caballo, tiene un balde metálico que cumplirá la función de una campana –hasta que se consiga una verdadera–, anunciando el inicio de la Santa Misa que el sacerdote podrá celebrar cada dos meses debido a la lejanía del poblado.
Eduardo, estudiante de Ingeniería Mecánica de la Universidad Nacional de Ingeniería comparte su vivencia: “El campamento fue una gran experiencia que nos abrió los ojos a la realidad viendo las necesidades de los pueblos alejados... Aprendí muchas virtudes de la gente y descubrí también que hay muchos lugares en nuestro país donde la ayuda social es indispensable”.
Esta iniciativa fue organizada por el Centro Cultural Los Andes, obra corporativa del Opus Dei que, dentro de sus actividades dirigidas a gente joven, cuenta con una gran variedad de posibilidades de participar en tareas de ayuda social, tales como visitas a asilos o a familias de escasos recursos, catequesis de niños, campamentos en zonas necesitadas, etc. A través de este tipo de labores, se estimula a los jóvenes a conocer otras realidades, a entender la importancia de la solidaridad y a involucrarse en proyectos de ayuda a los demás.