El título de este artículo proviene del primer verso de una canción popular italiana, compuesta por F. Panzuti-Pinci, la cual obtuvo el primer premio del Festival de San Remo de 1957, y que a San Josemaría le gustaba cantarla o escucharla. La cito ahora, como una introducción al hecho de que el 26 de junio se conmemorará la partida de este mundo del fundador del Opus Dei, con la Fiesta de San Josemaría, con la cual la Iglesia Católica celebra su canonización, según consta en el actual calendario litúrgico universal.
La Universidad de Piura celebró, desde el fallecimiento de su fundador, en 1975, innumerables misas por el eterno descanso del alma de monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, con inmensa gratitud y reconocimiento.
Desde sus inicios, esta casa de estudios ha ido forjándose según las enseñanzas de San Josemaría que la llamaba una “cosa pequeña”. Así me lo dijo en setiembre de 1969, al concluir mis estudios de doctorado en Roma; nacía pequeña, pero estaba llamada a ser “algo grande”.
Esto último lo vamos viendo con verdadero asombro durante el presente año académico, en el cual se ha tomado la decisión de iniciar la Facultad de Medicina en el campus de Lima.
Tengo entendido, según he oído a expertos de diversos países, que esa decisión es tan compleja, como la de fundar una nueva Universidad.
Todo eso requiere de una dosis muy fuerte de fe y de esperanza. Me parece que abrir las ventanas a la esperanza es un modo de expresar lo que requieren los tiempos actuales, en todas las facetas y latitudes de esta sociedad global: es un poderoso antídoto que evita el contagio de virus electrónicos, generando conflictos inútiles al interior de las personas.
Dra. Luz González Umeres
Publicado en el Diario El Tiempo de Piura el 19 de junio de 2016