“La libertad de amar”, de Cristina Abad, es una breve semblanza de Guadalupe Ortiz de Landázuri. Un libro pequeño, con prosa sencilla, pero con un gran poder inspirador, que trasluce la rica personalidad y el deseo de servir que protagonizó la vida de la próxima beata. A veces, los pequeños libros contienen grandes descubrimientos, como transmitieron los ponentes en el encuentro de ayer.
La valentía de ser la primera
María Villarino, que ha buceado en el escaso catálogo fotográfico que se conserva de Guadalupe, resaltó que a la futura beata “le tocó muchas veces ser la primera”: la única chica de su colegio en Tetuán, una de las contadas mujeres que estudiaron en la universidad en los años 40, directora de la primera residencia de universitarias después de la guerra y además fue de las primeras mujeres del Opus Dei.

“Ser la primera requiere mucha valentía” continúa Erika Salazar, mexicana afincada en Madrid, que conoce a Ortiz de Landázuri a través del testimonio de otras personas, cuando fue por primera vez a llevar el mensaje del Opus Dei a México. “Guadalupe tuvo un corazón muy mexicano, porque aunque solo estuvo cinco años allí, 70 años después su legado perdura”.
Siendo la primera de muchas, lo realmente llamativo es la naturalidad y poca importancia que Guadalupe otorgaba a estos hechos, como se refleja en el libro. Villarino reconoció que al leer el libro comprobó estaba escrito en un lenguaje “tan actual y cercano que ella se había sentido contemporánea a la propia protagonista”.

El éxito es la gestión del fracaso
Como investigador y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid, José Antonio Ruiz San Román resaltó la importancia de que la Iglesia proponga modelos cercanos, que interpelen, realmente imitables, también en los errores. “Aprender a gestionar los fracasos, defectos y debilidades. Y Guadalupe lo hacía”.

Además, según Ruiz San Román, es interesante destacar a Guadalupe como “modelo de emprendedora social” -un concepto muy común ahora, no antes- a través del trabajo a favor de la integración de la mujer en zonas rurales de México.
Y para terminar, una anécdota contada por Erika, que resume la valentía, personalidad y liderazgo de Guadalupe. En su primer viaje a México, el avión aterriza en una isla del Atlántico, por algún problema técnico. Es domingo. Guadalupe quiere ir a Misa, y en un inglés muy mejorable, pregunta a un paisano: Where is the house to speak to God? Le indican un lugar y consigue ir esa iglesia… ¡acompañada de toda la tripulación! Así era.