La Misa fue presidida por el arzobispo de Tegucigalpa, monseñor José Vicente Nácher, y concelebraron con él dos sacerdotes, entre ellos el rector y párroco de la misma Basílica. La asistencia fue numerosa: 615 personas llenaron la basílica con alegría, recogimiento y espíritu de familia.
En su homilía, monseñor Nácher comentó a partir del Evangelio de la pesca milagrosa, que es una invitación para nosotros, para confiar en la palabra del Señor. Tuvo un emotivo gesto al recordar al padre Alberto Banchs, recientemente fallecido, uno de los primeros sacerdotes que llegaron a Honduras para comenzar de forma estable la labor del Opus Dei. Fue un momento de gratitud por haber sembrado con generosidad.
Al finalizar la Misa, se vivió una de las sorpresas de la jornada: la entrega de una reliquia de San Josemaría a Mons. Nácher para la Basílica de Suyapa. La entrega estuvo a cargo de los esposos Javier Dávila y Gabriela Fortín de Dávila, miembros supernumerarios del Opus Dei, quienes expresaron con sencillez y emoción: “San Josemaría nunca olvidó que fue Honduras quien le salvó la vida. En muchas ocasiones expresó que sentía una deuda de gratitud con nuestro país. Y esa gratitud no fue solamente una emoción: la vivió rezando constantemente por Honduras.”

Javier y Gabriela entregando la reliquia de san Josemaría a Mons. Nácher
Esta relación tan especial se remonta a 1937, en plena guerra civil española. San Josemaría, entonces un joven sacerdote perseguido por su fe, encontró refugio durante más de cuatro meses en la Legación de Honduras en Madrid, donde pudo vivir en relativa seguridad junto a varios miembros de la Obra y otras personas. Al salir de la Legación de Honduras, llevaba consigo a Jesús Sacramentado escondido en una cigarrera de plata envuelta en una tela con la bandera y el sello del consulado hondureño. Así pudo llevar consuelo espiritual a quienes no habían recibido la comunión desde hacía meses.
El matrimonio continuó sus palabras diciendo: “San Josemaría vuelve a Honduras, esta vez desde el cielo, como intercesor y compañero espiritual de tantos fieles que buscan a Dios en su vida diaria.”
Después de la entrega, la reliquia —que contiene un fragmento del cuerpo del santo— fue expuesta para la veneración. Muchas personas se acercaron con fe y recogimiento, a dar gracias, pedir favores y poner sus intenciones bajo la intercesión de San Josemaría.
Pero las sorpresas no terminaron allí. Se distribuyeron más de 800 ejemplares impresos de la homilía “La esperanza del cristiano”, escrita por San Josemaría, en una edición especial por este Año Jubilar de la Esperanza. También se entregaron estampas con una fotografía del Papa León XIV y, en el reverso, una jaculatoria que san Josemaría repetía con frecuencia: “Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam” (Todos, con Pedro, a Jesús, por María). En esta jaculatoria decía san Josemaría se resumen sus tres grandes amores: Jesucristo, María Santísima y el Romano Pontífice.
La reliquia permanecerá en la Basílica de Suyapa, visible para todos los fieles que deseen acercarse a ella con fe. Es un hermoso recordatorio de que la santidad es posible también hoy, también aquí, y que los santos —como San Josemaría— siguen caminando con nosotros.