La historia de José Miguel (Venezuela) forma parte del multimedia «El viaje del viaje», un proyecto por el 50.º aniversario de las catequesis de san Josemaría por América. A continuación reproducimos su historia.
Cuando vine a Maracay a estudiar, llegué a Chaguaramos, un centro de la Obra. Hasta entonces, veía el Opus Dei como algo muy repetitivo, no le encontraba el sentido, pero desde ese día empecé a aclarar mis ideas.
Me encontré con una casa tranquila, y eso fue como el primer choque, porque la imaginaba muy pesada: las imágenes piadosas, el oratorio… Pero de hecho, lo que más me sorprendió, fue que dentro de la casa existiese un oratorio.

Me di cuenta de que había una sencillez que te hablaba, y que no era necesariamente algo que te impusiera o te obligara a estar allí. Cuando recibí el primer Círculo, sentí a esa persona como alguien cercano y sencillo al momento de expresar las palabras. Logré entender, en esa parte, que lo primero para estar allí era que tenías que ser tú mismo.
Desde entonces sigo aprendiendo: a rezar, a conocer ciertos detalles de la vida cristiana y de san Josemaría. Todo lo que él hizo, desde lo que era y lo que podía hacer por los demás. Para mí, el servicio es la característica que más lo define.
Recuerdo que nos animaban: “Tienen que hacer cosas grandes, ver más allá de los límites que tú te pongas”. En Venezuela, y desde Venezuela, hay que hacer muchas cosas grandes. Y para hacer cosas grandes, se necesitan corazones jóvenes, encendidos, cabezas claras, gente simpática y estupenda.

Fruto de la formación que recibí, nació «Boyz Project», un proyecto para ayudar a reforzar los valores y las virtudes de los niños, a través del deporte y juegos de mesa como los rompecabezas [puzzles]. Al principio fuimos tres. Hoy somos más, pues la legràia por servir se contagia.
Para hacer este tipo de cosas, siempre tuve miedo. Lo veía como algo poco alcanzable para mí. Me faltaba formación por una parte, e información por otra. O sea, para ayudar, tienes que prepararte, para que realmente tenga un valor trascendental.
Incluso, eso me ha hecho ver que la Obra ha sido muy importante no solo para los niños que ayudo, sino también a nivel personal.

En octubre de 2022, unas intensas riadas por las lluvias destrozaron muchos barrios de Maracay, en la región de Aragua. Fruto de estas inundaciones, la labor de José Miguel y sus amigos se paralizó y priorizaron la ayuda a las personas que más desfavorecidas se habían visto.
Nosotros no pudimos hacer nada. Por dos meses, todos los planes que teníamos se perdieron. Esperamos hasta el 2024 para retomar la actividad, y no fue hasta el 12 de febrero exactamente cuando cumplimos el primer año de haber iniciado el proyecto. Nos acercamos a la comunidad, convocamos a los niños, y ahí celebramos el regreso.
San Josemaría sigue influyendo en mí. Veo en él a una persona que todavía tiene la capacidad de llegar a mucha gente, aun cuando no está físicamente presente. Él dejó algo muy importante: el servicio y, además, el amor que le tenía a cada persona. Puedo decir que de las cosas que me han influenciado más de su mensaje ha sido apreciar los detalles en la simpleza de las cosas.