La figura de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei y ejemplo de santidad para millones de personas en todo el mundo, fue el centro de la celebración eucarística presidida por el Arzobispo Mons. Miguel Lenihan en la Iglesia María Reina del Mundo de San Pedro Sula, Honduras.
El 26 de junio de 2025, la misa conmemorativa de san Josemaría Escrivá marcó un hito especial pues se cumplen 50 años de su marcha al cielo y 100 años de su ordenación sacerdotal.
El templo se llenó de fieles devotos que acudieron a rendir homenaje al santo de la vida ordinaria. Entre ellos, destacó la presencia de fieles de toda clase y condición que se acogen a su intercesión y participan de las actividades del Opus Dei, institución fundada por san Josemaría para difundir el mensaje de la llamada universal a la santidad.

Asistentes a la misa por la fiesta de san Josemaría en San Pedro Sula
Acompañaron a Mons. Lenihan en la celebración varios sacerdotes. Desde el inicio, se respiraba un ambiente de profunda devoción y alegría entre los presentes, unidos en la oración y el canto.
Mons. Lenihan destacó la importancia del ejemplo y las enseñanzas de san Josemaría en el mundo actual: "Es un gran modelo para nuestra vida cristiana. Siempre necesitamos referentes a quienes seguir". También subrayó que los santos, como san Josemaría, son poderosos intercesores: "Tienen mucho cuello ante Dios", afirmó con cercanía, invitando a los presentes a acudir con confianza a su intercesión en la vida diaria. Sus palabras resonaron con fuerza en los corazones de los fieles, animándolos a recorrer con esperanza el camino de la santidad en medio de sus ocupaciones cotidianas.
También hizo referencia al centenario de la ordenación sacerdotal de san Josemaría, ocurrida el 28 de marzo de 1925 en la iglesia del Seminario de San Carlos, en Zaragoza, España. "Hoy celebramos no solo su partida a la Casa del Padre, sino también el 'sí' generoso que dio al Señor al consagrar su vida como sacerdote hace 100 años", señaló. Un testimonio que sigue inspirando a muchos jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Dios.
Se repartió entre los asistentes una estampa conmemorativa, que recordaba que este año se cumplen también 100 años de la ordenación sacerdotal de san Josemaría. En el reverso de la estampa, se podía leer uno de los lemas más conocidos del santo: "Conocer a Jesucristo, hacerlo conocer, llevarlo a todos los sitios". Una invitación a vivir el apostolado en la vida diaria, en la familia, el trabajo y las relaciones sociales.
Al finalizar la misa, el P. Edgardo Grimaldi hizo referencia a la oración por las vocaciones sacerdotales compuesta por san Josemaría: "Dios, Padre todopoderoso, concede, por intercesión de la Virgen del Pilar y de san Josemaría, quien fue seminarista y sacerdote de la Diócesis de Zaragoza, que lleguen a nuestros seminarios santas y abundantes vocaciones, según el Corazón de Cristo, Buen Pastor; que todos los sacerdotes vivan su ministerio con deseos de santidad y sean auténticos pastores, cercanos a Dios, a su obispo, a sus hermanos sacerdotes y al Pueblo de Dios". Fue una plegaria que brotó unánime de los labios de los presentes, pidiendo con fervor que nunca falten en la Iglesia pastores según el corazón de Cristo.

Agradecimiento del p. Edgardo Grimaldi
La celebración eucarística concluyó con un canto a la Virgen María, a quien san Josemaría profesaba una profunda devoción. Sin duda, fue un día de fiesta y acción de gracias por este “santo de lo ordinario”, cuyo mensaje y ejemplo continúan iluminando el camino de tantos hombres y mujeres hacia Dios. Al salir del templo, los rostros de los fieles reflejaban la alegría de haber participado en una celebración tan especial, llevando en el corazón el deseo de vivir la santidad en medio del mundo, como él enseñó. Un santo cercano, que sigue acompañando a muchos en su peregrinar hacia la patria definitiva del Cielo.