Al que madruga, Ernesto le ayuda

El golpe fue seco, como un silencio roto en medio de la tarde. Un hombre había caído mientras podaba unas ramas y fue llevado de urgencia al hospital. Su familia, entre la preocupación y la fe, acudió a la intercesión del venerable Ernesto Cofiño.

En septiembre de 2020 mi suegro sufrió una fuerte caída desde una escalera a la que se había subido para cortar unas ramas de los árboles. Por miedo al contagio de Covid-19, no quiso ir al hospital ni consultar a un médico.

El 31 de octubre tuvimos que llevarlo a urgencias porque tenía dificultad para hablar y estaba confundido; pensamos que estaba sufriendo un derrame cerebral. Le hicieron una tomografía de cabeza que mostró un sangrado: tenía un hematoma subdural y la hemorragia seguía activa. Además, su presión arterial estaba muy alta.

Mi esposo se quedó con él en la Unidad de Cuidados Intensivos. Hacia las dos de la madrugada recibí una llamada suya pidiéndome que rezara por su padre, pues su estado empeoraba. Decidí acudir a la intercesión del doctor Ernesto Cofiño, precisamente porque era médico. Recé muchas veces su oración, pidiendo una curación milagrosa, consciente de la gravedad del caso. También envié la oración a mi cuñado para que se uniera a la súplica.

envié la oración del dr. Cofiño a mi cuñado para que se uniera a la súplica

Mi esposo temía que su padre no sobreviviera. Aunque seguía despierto y estable, con dificultad para expresarse, de repente comenzó a tener convulsiones y una gran agitación. Las enfermeras no podían controlarlo, y mi esposo tuvo que ayudar a sujetarlo. Como estaba tomando anticoagulantes, los médicos tuvieron que esperar antes de poder operarlo. Una nueva tomografía mostró que la situación no había cambiado mucho respecto al anterior examen.

Al día siguiente nos llamaron, y lo primero que dijo mi esposo fue: “¡Él —Ernesto— ha hecho su milagro!”. Su papá estaba despierto, sentado y desayunando. ¡Y podía hablar! Aun así, no estaba fuera de peligro, pues necesitaba la cirugía para aliviar la presión provocada por la hemorragia.

Las enfermeras no podían controlarlo, y mi esposo tuvo que ayudar a sujetarlo

A causa del sangrado, su cerebro había resultado afectado: no podía recordar ni decir su nombre, ni hablar con fluidez, ni caminar o escribir. Pensamos que necesitaría atención domiciliaria permanente, pero no fue así. Se sometió a la cirugía y realizó fisioterapia solo durante diez días.

Hoy está en casa con nosotros, y es asombroso verlo hablar y caminar por sí mismo. No necesita bastón, recuerda todo lo de años atrás y ha recuperado la capacidad de escribir. Aunque todavía trabaja en mejorar su equilibrio y sus movimientos son un poco lentos, es impresionante lo bien que se encuentra.

Agradecemos a Dios cada día por este regalo que nos concedió a través de la intercesión de Ernesto Cofiño.

L. B. – Estados Unidos


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Biografía. Ernesto Cofiño: una vida al servicio de los demás.

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Photo: Mary Salen – Unsplash