Evangelio del sábado: la alegría, el tiempo de Jesús

Comentario del sábado de la 13.ª semana de tiempo ordinario. “Ya vendrá el día en que les será arrebatado el esposo”. Aspiremos al encuentro definitivo con Jesús, en el que ya no habrá ayuno, porque viviremos con Él para siempre.

Evangelio (Mt 9, 14-17) 

Entonces se le acercaron los discípulos de Juan para decirle:

—¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia y, en cambio, tus discípulos no ayunan?

Jesús les respondió:

—¿Acaso pueden estar de duelo los amigos del esposo mientras el esposo está con ellos? Ya vendrá el día en que les será arrebatado el esposo; entonces, ya ayunarán.

»Nadie pone un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón peor. Ni se echa vino nuevo en odres viejos; porque entonces los odres revientan, y el vino se derrama, y los odres se pierden. El vino nuevo lo echan en odres nuevos y así los dos se conservan.


Comentario

En el Evangelio de hoy, Jesús nos enseña el verdadero sentido del ayuno. Nos enseña que el ayuno exterior debe ir acompañado de una recta actitud interior, apunta a la simplicidad de corazón.

La actitud crítica de los fariseos, aparentemente producto del celo por la ley, desvela, por un lado, falta de conocimiento del sentido de la ley y también una falta de rectitud de intención. Para esos fariseos, el ayuno tenía un valor absoluto en sí mismo. Ahora bien, ellos también modificaban esos ayunos en ocasiones especiales. Jesús les hace ver que el “esposo” está presente. El “esposo” es Él mismo. Él es el Mesías, Él va a desposar a la Iglesia. El ayuno tiene un sentido, un contexto de penitencia, y ahora, mientras él está con los discípulos, es tiempo de alegría.

Nuestras obras manifiestan lo que hay en nuestro corazón. Si vamos a misa y tenemos fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, llegamos a la hora, nos presentamos con elegancia, participamos activamente, nos comportamos con respeto. Las cosas grandes han de ser celebradas. También con banquetes que sean una auténtica acción de gracias a Dios, que ha hecho los alimentos para nosotros, y con los que ha querido decirnos que la vida del hombre es siempre un regalo de alguien que nos ama y es generoso.

El Papa Francisco predica el verdadero sentido del ayuno “La oración, la caridad y el ayuno son las principales vías que permiten a Dios intervenir en nuestras vidas y en la vida del mundo. Son las armas del espíritu” [1]

Pero si se tuerce la intención, pierde totalmente su sentido “Incluso la oración, la caridad y el ayuno pueden volverse autorreferenciales. En cada gesto, inclusive en el más bello, puede esconderse la carcoma de la autosatisfacción. Entonces el corazón no es completamente libre porque no busca el amor al Padre y a los hermanos, sino la aprobación humana, el aplauso de la gente, la propia gloria” [2]

El ayuno, práctica tradicional judía, es bueno, y los cristianos lo vivimos con ese buen espíritu, pero a lo que aspiramos es a un tiempo de alegría, en el que el ayuno haya perdido su sentido porque ya viviremos con Dios para siempre.

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[1] Francisco, Homilía, 2-III-2022.

[2] Idem